¿Nos gusta la sencillez?

Cada cierto tiempo veo, con cierto asombro, reacciones de emoción cuando vemos comportamientos que se expresan con total naturalidad como por ejemplo la celebración del título de Copa del Rey por parte de su entrenador Imanol Alguacil en esa famosa rueda de prensa post partido; nos emociona también el discurso de Roberto Leal cuando recibe su premio Ondas 2021, tanto por lo que dice como por la forma en que lo expresa y lo vive. Sin embargo, cuando veo todas estas reacciones me planteo siempre una pregunta: ¿Por qué no somos así? ¿Por qué sigue siendo tendencia el postureo, la falsa apariencia y la colocación de caretas en la cara?

Para mí ser natural, ser sencillo, tiene mucho que ver con la construcción de la personalidad que a su vez pasa, antes que nada, por la aceptación tuya de ser quien eres y quieres ser. Por aceptarte con tus virtudes, con tus talentos, pero también con tus debilidades, con tus puntos de mejora; en definitiva, pasa por asumir un autoconcepto lo más real posible de tu persona. Ser una persona sencilla es alejarte de los grandes aspavientos, de las exageraciones, del extremo ruido que a veces se hace para que todos los focos y toda la atención pasen a ti. Implica, a su vez, que la opinión externa de lo que digan de ti, lo que opinen de ti, te importe lo menos posible porque sabes que ante todo estás siendo coherente con la vida que vives y la forma en que la disfrutas.

Ser una persona sencilla es aceptar una invitación llena de valentía, de coraje, de nobleza, de humildad, para nunca parar de crecer cada día de tu vida porque estás convencido plenamente de que puedes sumar a la sociedad en la que vives, que puedes aportar un granito de arena por pequeño que sea y por eso mismo estás dispuesto más a escuchar que hablar, más a observar que a sentirte observado, porque de esa forma pones el foco en lo que realmente importa en lugar de querer acaparar todos los focos.

Con ello se adquiere un punto de humildad que aleja a la persona de toda búsqueda de vanidad y la aproxima mucho más a las personas con quienes comparte su vida de forma diaria y cotidiana. Logras escuchar de verdad lo que las personas necesitan de ti, miras a los ojos con una mirada comprensiva y llena de paciencia para con todo ello lograr transmitir un mensaje lleno de sencillez, pero a la vez cargado de sentido. Vivir la vida de forma sencilla tiene más que ver con el sentido de lo que hacemos, con el rumbo que lleva nuestro barco y con quiénes decidimos o creemos que quieren formar parte de ese viaje.

Vivir con esa sencillez permite que expreses tus sentimientos sin adornos, sin demasiadas exageraciones, sin timidez y sin vergüenza alguna; todo sale del corazón tal y como lo sientes porque efectivamente, lo que sientes es verdadero y auténtico. Por eso gusta tanto la sencillez, porque es de verdad, porque se puede palpar, se siente porque nos pone la piel de gallina cuando vemos las emociones de una persona expresadas desde lo más profundo de su sentimiento. Sentir es vivir, hacer sentir es emocionar y hacer emocionar es invitar a compartir tus sentimientos con las personas que te están escuchando. Es ponerles, probablemente, un pequeño rayo de luz que se transforme en ilusión, motivación y compromiso por querer ser, por buscar esa autenticidad en ellos.

Me vienen a la cabeza unas líneas de uno de los últimos libros que estoy leyendo, que me parecieron esenciales: «Tienes que encontrar lo que hay de bueno, de verdadero y de hermoso en tu vida tal y como es ahora. Si miras atrás, te vuelves competitivo. Y la edad no es una cuestión de competitividad.» Creo que tiene mucha razón. La edad, si cabe, debería volvernos más sencillos aún, porque sabemos aplicar de una manera muy eficaz e incluso muy eficiente, todo lo que sabemos y hemos aprendido con el paso de los años. Decía Álvaro Merino que la sencillez es el punto más alto de maestría que se puede alcanzar y creo que no hay invitación más bonita que la de intentar ser el mejor maestro posible en el arte de vivir, ese maravilloso arte que te permite disfrutar de una manera tan increíble de cada instante que, pasado un tiempo, cuando visualizas a la persona con quien lo compartiste, la música que sonaba en ese momento, el lugar, el olor característico de una flor concreta; todo ello hace que te trsaslades a ese instante. Todo para sentir que quizás tienes mucho por lo que dar gracias y mucho por lo que seguir sacando lo mejor de ti para que las personas que amas sigan siendo tan felices o más que hasta ahora.

Un fuerte abrazo y buen final de semana.

«¿Qué importa lo mucho que tenga en la caja, lo mucho que guarde en la troje, lo grande que sean sus ganados o sus rentas, si amenaza la propiedad ajena, si no hace las cuentas de lo adquirido sino de lo que le queda por adquirir? ¿Quieres saber cuál es el límite de las riquezas? El primero tener lo necesario, el siguiente tener lo bastante. Adiós.»

(Séneca)

«Es bueno pensar en términos de legado, ocupemos el lugar que ocupemos en la organización. Y no hace falta que le pongamos altivez. Simplemente es bueno para persistir, poner foco, ensombrecer la dispersión. Nos impulsa el mover en positivo poco o mucho la aguja. Nos atrae el dejar un rastro de autenticidad sin aspavientos. No nos mueve la vanidad de pasar a la historia, nos mueve la lógica de haber sido útiles antes de despedirnos un día discretamente. Mirar atrás. Constatar que valió la pena. Nos conmueve el legado que vemos en los ojos de quien con honestidad y esfuerzo será capaz de crear mejores futuros que los que intentamos legarles.»

(Xavier Marcet)

2 comentarios

  1. Pedro L. Martínez · noviembre 20, 2021

    Ole, ole y ole Pablito por como eres, por como sientes y como te expresas….. que digo yo, que la educación, dedicación y cariño que te han dado tus padres debía tener sus frutos. Viva la madre que te parió.

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    • pablocharinero · noviembre 20, 2021

      Mil gracias a ti, Pedro, por valorar el post y mi persona de esa forma. Un abrazo muy grande!!!!! Y buen sábado!!!!

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