Coherente contigo mismo

«Yo soy como los que nada tienen y todo lo poseen, porque soy coherente con mis ideas.»

(Tomás Moro)

A menudo se habla de la motivación, de la ilusión, por retos nuevos, por objetivos o retos tremendamente desafiantes, pero tendemos casi a la misma velocidad a olvidarnos de la esencia, la nuestra, construida a base de decisiones que deberíamos tomar partiendo de la coherencia. Pero, ¿qué es la coherencia? ¿qué es ser coherente? Ser coherente contigo mismo es alcanzar el equilibrio, el punto medio, entre tener una actitud consistente de vencerme en lo pequeño y poseer una visión de águila, una visión larga, que me ayude a proyectar mis próximos pasos, hacia dónde quiero caminar y cómo quiero transitar ese camino.

Vencerme en lo pequeño, de manera consistente en el tiempo, es evitar las excusas de tener un mal día, decir que hace frío, o estoy cansado/a y seguir hacia delante, seguir creciendo. El crecimiento nos lleva al descubrimiento, a conocer otras ideas, otras perspectivas, otras experiencias, ya que gracias a la suma de todos esos momentos, situaciones, uno termina por comprender que para llegar a donde quieres, debes primero saber por dónde no quieres ir. Aprendes, al mismo tiempo, a saber decir que no. Esto es esencial, porque tan pronto aprendas a decir «no», podrás dedicarte a las cuestiones que importan, disfrutando de la vida que realmente quieres.

Pero todo camino se continúa de la forma adecuada cuando tenemos esa visión de águila, amplia, que nos permite establecer cuáles son las siguientes metas volantes que quiero ir alcanzando y lo más importante aún, para qué quiero seguir transitando por ese camino. Caminar sin sentido es caminar sin rumbo, sin orientación y esto solamente nos conduce, irremediablemente al punto de partida, a no avanzar, a no saber ni tan siquiera por qué me encuentro en este punto. Cuando hablo de metas volantes, de objetivos, sueños, no estoy refiriéndome solamente a cuestiones materiales. Hablo, además, de nuestra vida personal, de saber quién soy, con quién quiero vivirla y cómo quiero afrontarla, porque todo va de la mano.

Y, al menos yo, solamente la entiendo de una manera, que consiste en ser coherente a cada instante con mis principios, mis valores y mis ideas, recordando siempre que el cómo es siempre más importante que lo que consigues, poner en primer lugar el «nosotros» antes que el «yo». Es en el cómo vives cada día donde, al menos para mí, reside la verdadera y plena felicidad que se compone de instantes como despertarte y ver sonreír a tu mujer y al mayor regalo que nos ha dado la vida que es nuestra hija, disfrutar de tus padres viéndoles bien, ver felices, confiados y que quieren seguir creciendo a tus amigos, a tus compañeros de trabajo. Ser capaz, en definitiva, de no perder nunca la sensibilidad de valorar lo pequeño, de apreciar y disfrutar de la luz como el maravilloso regalo que es, porque no durará para siempre.

Que tengáis un fin de semana increíble, un fuerte abrazo y disfruten del camino, tanto como puedan.

«No es el viento el que decide tu destino, es la orientación que le das a la vela. El viento es el mismo para todos.»

(Jim Rohn)

«Recuerda que donde está tu corazón, está también tu tesoro.»

(Helen Schuchman y William Thetford)

«La felicidad no está en la posada, sino en el camino.»

(Don Quijote de la Mancha)

Cosas vs acciones

«Cuando me pregunto qué sigue ya no tengo respuesta, entonces eso la verdad me genera bastante angustia. Creo que ese es el problema, por lo que se vuelven locos los más grandes. Llega un momento en el que haces todo lo que querés, cumplís todo lo que querés. Por eso trato de tener una vida bastante tranquila y ordinaria, porque si llega un momento en el que cualquier cosa que quieres la tenés, entonces no existe margen para la frustración, no existe motivo para ser feliz, no existe motivo para levantarte porque ya lo tenés todo. Es en ese momento cuando me viene la angustia, porque veo que se me va a ir de las manos y no quiero que sea ahora.»

(Duki)

Quiero despedir este año 2023 con esta reflexión que nos regalaba el cantante Duki el pasado 1 de diciembre, mientras se encontraba en la presentación de la gira de sus próximos conciertos. Instantes después de esas palabras, tuvo que abandonar la sala de prensa visiblemente emocionado. Y la reflexión que a mí me genera, es que quizás debiéramos sustituir una palabra por otra, reemplazando la palabra «cosa» por la palabra «acción.»

Si llevamos nuestra mirada hacia las cosas que se pueden comprar, hacia lo que se vuelve alcanzable, hacia lo tangible, en un momento u otro puedes llegar a sentir que la vida carece de sentido, que no encuentras la felicidad por más que la persigues, por más que la compras. Nunca te abandona esa sensación de que siempre te falta un poquito para llegar. Sin embargo, te propongo ahora ese cambio de palabras, introduciendo la palabra acción. ¿Qué es lo que sucede? Que una acción va ligada a un sentido, a un propósito trascendente, que va mucho más allá de ti mismo. El sentido y el propósito deben ser dignos, decentes, moralmente intachables y eso solamente se llega a conseguir cuando eres capaz de mantener tu brújula interior siempre enfocada.

Lograr mantener esa brújula interior siempre bien enfocada implica conocerse y reconocerse, crecer y ayudar a crecer, amar de verdad, emocionarse, no dejar nunca de dar las gracias, ser humilde y aprender de cada instante, de cada persona y de cada lección que te regalan. Mantener nuestra brújula interior siempre bien enfocada es, en definitiva, cultivar nuestro interior para dar lo mejor de nosotros mismos, para que cada decisión que tomemos sea desde la dignidad, desde la integridad y la decencia, recordando que el cómo vivimos, es mucho más importante que lo que conseguimos. Cuando nuestra brújula interior está bien enfocada, nos lleva hacia un norte donde las cosas dejan de ser importantes, los sitios dejan de ser relevantes y donde lo realmente esencial es cómo y con quién vives cada momento, cada instante, en esa ruta, en ese camino, que te lleva hacia un norte que no te conduce a ninguna meta final, siempre será una meta volante que te planteará la misma pregunta: ¿Y ahora qué?

Una pregunta que no está relacionada con cosas, sino más bien, contigo, con tus inquietudes, con tu crecimiento personal, con aprender cada día un poco más y mejor, para saber cómo darte a las personas que quieres y que te quieren. Es una pregunta, además, maravillosa, porque te permite recordar permanentemente que la felicidad, eso que se tiende a perseguir a veces hasta con un punto de desesperanza, no es otra cosa que estar aquí y ahora. Que la felicidad es saber apreciar la belleza de cada instante, como lo que realmente es, un momento que no se volverá a repetir. Cuando se adquiere este nivel de conciencia, uno empieza a percibir y a saber diferenciar, lo que es importante y lo que es urgente. Y llegados a este punto, lo que uno pide cada noche al acostarse es que lo importante, las personas que amas, tengan la mejor salud posible para seguir disfrutando de este maravilloso viaje que es la vida. Todo lo demás, deja de ser relevante.

Por ello, para este nuevo año 2024 que está a puntito de llegar, les deseo la mejor salud posible para seguir caminando hacia delante, una brújula interior siempre bien enfocada que les ayude a tomar las decisiones correctas a cada momento y mucho amor, para quererse bien y querer como se merece a las personas que están a tu lado. Que el amor de verdad, la actitud de campeón y la nobleza de su corazón, les lleven por un 2024 cargado de salud, paz y felicidad, un abrazo muy grande.

«Atreverse es perder el equilibrio momentáneamente. No hacerlo es perderse a uno mismo.»

(Soren Kierkegaard)

«La perfección moral lleva consigo que se viva cada día como si fuere el último, sin apresurarse ni amilanarse ni obrar con ficción.»

(Marco Aurelio)

«Sólo el árbol que ha resistido las embestidas del viento es realmente vigoroso, porque es en esa lucha cuando sus raíces, puestas a prueba, se hacen fuertes.»

(Séneca)

«Eres lo que compartes.»

(Charles Webster Leadbeater)

«Es mucho más hermoso iluminar que simplemente brillar; de la misma manera que es más hermoso transmitir a los demás lo que se ha contemplado que sólo contemplar.»

(Santo Tomás de Aquino)

Otra forma de entender la vida

El pasado nueve de noviembre se anunciaba la renovación de Diego Pablo Simeone como entrenador del Atlético de Madrid, un hecho que le llevará a cumplir si Dios quiere quince años consecutivos como entrenador del Atleti, algo histórico. Por eso, porque es tremendamente difícil ver en la actualidad un club de fútbol que apueste de esa manera tan contundente, con convencimiento y confianza por su entrenador, quería compartir contigo algunas de las reflexiones que creo nos regala este proceso convertido en proyecto.

La primera es, precisamente la idea de que todo proyecto deportivo requiere de un proceso y en consecuencia de tiempo. Tiempo para instalar y asentar una idea, para transmitirla, para que llegue a jugadores, a cuerpo técnico, directivos y afición. Para esto Diego siempre lo tuvo claro, una idea sencilla, pero práctica, potente y que permitiese enfocar a todos: ir partido a partido. Con este mensaje es mucho lo que se consigue. Se consigue al mismo tiempo que el jugador se enfoque en el momento presente y se abstraiga de todo lo demás, de todos los elementos distractores, se incremente su capacidad de atención y concentración durante cada partido, durante cada segundo, durante cada acción que realice, sin importar nada que vaya más allá de la siguiente acción, de la próxima decisión a tomar. Pero el lema del «partido a partido» empieza a ir mucho más allá, cuando lo llevamos a lo personal, al día a día nuestro, a una manera de vivir cada día. Interiorizar este lema es dar valor a lo que tenemos, a lo que somos, al momento que vivimos y a las personas con quienes estamos compartiendo ese momento. Apreciar lo que uno tiene en ese momento presente es, al mismo tiempo, cargar las pilas de manera permanente.

En segundo lugar, todo proyecto deportivo requiere de paciencia, de confianza en las decisiones que se toman, en la manera en la que se gestiona el equipo, el club. Esa confianza se traduce en saber esperar para ver cómo empiezan a llegar los resultados, evitando en todo momento que los árboles no nos dejen ver el bosque al completo. Paciencia para que entrenador y jugadores se adapten, se entiendan y conecten. Calma para que se genere, a su vez, esa conexión tan necesaria entre equipo y afición, generando en cada partido momentos únicos de emoción, de empuje, de fuerza, de ilusión por llegar al final del mismo tratando de acercarse un poquito más a la victoria, a ganar. Ganar genera confianza, ganar permite creer en lo que uno propone, pero también teniendo presentes que uno propone y Dios dispone. Que no todos los factores son controlables, pero lo que sí puedo mantener con el listón bien arriba es mi actitud, mis ganas de ir a por el siguiente balón como si fuera el último, porque luchan como hermanos. Porque no hay otra cosa, que la próxima jugada. Tranquilidad para mirar a los jugadores, al equipo y al club, no como lo que son, sino como en lo que pueden llegar a convertirse. Optimismo, compromiso y dedicación por el crecimiento diario.

Y por último, sensibilidad. Sensibilidad traducida en un liderazgo eficaz, humano, por parte de todos para saber detectar qué necesita la otra persona, para darle su tiempo, su espacio, su momento de reflexión al final de cada temporada. Los agobios, las presiones, las insistencias, no conducen a nada positivo en los proyectos en los cuales se pretende que duren toda una vida. Hace falta un ejercicio profundo de desprendimiento de ti mismo y centrarte, única y exclusivamente, en lo que necesita la otra persona para seguir caminando juntos. Para lograr que esa persona, por sí sola, se de cuenta y mantenga su voluntad intacta para seguir motivada, para seguir ilusionada, para seguir comprometida en ese proyecto, en ese día a día en la búsqueda del crecimiento permanente, de la mejor versión de sí misma y de todas las personas con quienes trabaja día a día.

En los proyectos deportivos se tiende a buscar la victoria, olvidando la manera. Es cierto que tampoco hay que ser un soñador empedernido, porque un club crece cuando el equipo gana. Pero sería estúpido no tener presente que, precisamente para ganar, hay que partir de una persona feliz. Porque todos, o al menos eso creo yo, cuando nos sentimos queridos, respetados, valorados, generamos implícitamente ese compromiso que nos lleva a crecer ayudando a crecer, valorando el club en el que estamos, compañeros de cuerpo técnico, directivos, afición, porque sentimos que estamos en el mejor lugar posible. Cuando todo eso sucede, los proyectos duran, se consiguen títulos, se disfruta del proceso y enfocándote en el próximo partido. No sé si es la mejor forma, pero sí sé que es otra forma de entender la vida. Y, justamente, en la vida, quien es consecuente y coherente en la manera de vivir la suya, probablemente está un poquito más cerca de ganar su partido, que no es otro que tratar de dar lo mejor de uno mismo cada instante de su vida.

Un fuerte abrazo, que tengáis un muy buen fin de semana.

«La evolución hay que verla en perspectiva y eso se logra con los años.»

(Diego Pablo Simeone)

«Cuando se comienza a trabajar en un equipo y el éxito que se busca está lejos, eso no debe impedir la observación del crecimiento, porque también hay una felicidad en lo cotidiano que se debe disfrutar.»

(Diego Pablo Simeone)

«Hay distintas formas de manejar grupos. Yo tengo una paciencia elevadísima porque sé que, a veces, lo único que necesita la gente es ser escuchada.»

(Diego Pablo Simeone)

«La autoridad que se puede ejercer depende de la fidelidad y la sinceridad.»

(Diego Pablo Simeone)

«Vivir en la sinceridad y la espontaneidad permite crear otro clima, aunque también se reciban golpes. Hay que hablar con la verdad y con lo que uno está sintiendo en el momento de decirla.»

(Diego Pablo Simeone)

Borrando etiquetas

Hoy te invito a una reflexión conjunta, que recorre dos ciudades españolas maravillosas: Sevilla y San Sebastián. En esas dos ciudades, cada uno a su manera, hay dos entrenadores que han generado momentos históricos en sus respectivos clubes como son José Luis Mendilibar e Imanol Alguacil. El primero, con la consecución de la séptima Europa League para el Sevilla FC. Por otro lado, Imanol ha llevado hasta la cuarta plaza a la Real Sociedad S.A.D, algo que no se conseguía desde la temporada 2021-2013. Ambos empezando desde abajo, ambos borrando etiquetas y desmontando prejuicios.

Si vemos su recorrido, en los dos cabe destacar quizás un elemento sobre todos los demás, consistente en la forma en la que sus jugadores hablan de ellos. Cariño, respeto y, en algunos casos, incluso admiración, por lo que han sido capaz de generar en ellos. ¿No es eso lo más difícil? ¿No debería ser eso lo que prime cuando un club contrata a un entrenador, o si extrapolamos esta reflexión, lo que una empresa debería tener presente cuando contrata a una persona responsable de un departamento?

Un equipo de fútbol, un departamento de ventas; en definitiva un equipo de trabajo, busca conseguir sus objetivos y para eso necesita ser eficaz y eficiente. Pero, ¿cómo conseguir esto? Poniendo el foco en lo que realmente importa, que son ellos, tu equipo, en lugar de en tu persona. Detenerte a escuchar, detenerte a mirar con cariño, para saber qué necesita cada uno y al mismo tiempo, qué necesita el equipo de ellos para todos seguir creciendo. Así es como se cuidan los detalles, cuidando a las personas primero.

Cuidar a la persona es invitarle a crecer con absoluta confianza, darle el permiso de equivocarse sin dejar de supervisar que todo va bien; darle la posibilidad de generar contextos donde la opinión, el debate, el intercambio de parecer, la muestra de diferentes perspectivas, no solamente debería ser una opción, debería ser algo implícito en el devenir semanal del equipo. Cuidar a la persona, cuidar al equipo, no es darle lo que quiere, es darles lo que necesitan. Es evitar interrumpir cuando lo que requiere el momento es cariño en forma de escucha y silencio mientras le observas. Es dar y darte la posibilidad de que se equivoquen y equivocarte tú; sí, no pasa nada, muéstrate humano, porque ser perfecto no va de conseguir resultados inmaculados sino, más bien, que el proceso sea inmaculado, salvaguardando siempre la dignidad y la integridad de todo tu equipo.

Más importante que alcanzar la perfección es, sin duda, mantener en todo momento esa humildad tan necesaria para conservar una actitud de suplente, la actitud de aspirante, personalidad amateur en el sentido de que nunca te conformes con lo que sabes, sino que siempre quieras aprender más y más, de todos, impidiendo poner el chip en automático, como si lo que te fueran a decir no te pudiera sorprender o impresionar. Muchas veces no es tanto el mensaje que nos dicen, como sí nuestra predisposición a tomar lo que nos cuentan con el valor y la importancia que merece.

A veces atendemos más a la cantidad, en lugar de cuidar la calidad de lo que pensamos, hacemos y decimos. La calidad se demuestra en la espontaneidad de un abrazo, de una sonrisa, en esa capacidad para sorprender a las personas con quienes trabajamos, a la personas a quienes amamos y con quienes compartimos nuestro día a día. Los detalles no entienden de un guión preestablecido, tienen más que ver con la memoria, recordando quién necesita un chute de positividad, de cariño, de alegría, para seguir adelante, para seguir aprovechando cada segundo como si fuera el último y así grabar momentos que se queden en la retina de manera infinita.

Se tiende a poner el foco en la calidad de un proceso, pero quizás, lo importante es apostar por la calidad humana de la persona que tenemos delante, para que realmente se cumpla el proceso. No hay proceso sin personas de calidad, no hay personas de calidad si no hay bondad, amor, honestidad y humildad. Y esto es, sin duda, lo que un equipo necesita para mostrar su mejor versión en cada partido, en cada día de trabajo, en cada día de su vida.

Un fuerte abrazo, que tengáis un muy buen final de semana.

«No hay calidad sin humanidad, detrás de los productos y servicios hay personas. La calidad no puede excluir ni la autenticidad, ni la empatía. Siempre preferimos la grandeza de un detalle espontáneo a la perfección enlatada. Siempre preferiremos la calidad con alma, por eso los pluscuamperfectos no podrán secuestrar la calidad. No hay calidad sin excelencia sin buenas personas detrás.»

(Xavier Marcet)

Estadística vs Gestión de grupo

Leía hace relativamente poco el fragmento de un libro que decía lo siguiente: «A menudo, las cosas más simples de la vida son las que nos producen un mayor placer. Un abrazo de alguien que nos quiere justo cuando más lo necesitamos, charlar con un amigo y perder la noción del tiempo, llegar a casa hambriento y encontrarte una deliciosa comida casera o incluso un vaso de agua bien fría cuando estás muerto de sed.» Probablemente hay quien, a día de hoy, sigue sin comprender la consecución de la 14ª Uefa Champions League por parte del Real Madrid CF y , en mi humilde opinión, creo que una de las claves ha estado en Carlo Ancelotti, precisamente, en su capacidad para atender a las cosas más simples del día a día con su club.

Hay una frase extraída de la entrevista con Jorge Valdano que resume, a la perfección, su forma de trabajar con el grupo: «Yo siempre intento distinguir a la persona, de lo que hace esa persona. […] Le digo siempre al jugador, hay la persona y el jugador. Yo soy una persona que entrena, que hace el trabajo de la persona que entrena. Por tanto, el entrenador elige el jugador que va al banquillo, no la persona que va al banquillo.» Exigir, por tanto, al profesional al mismo tiempo que se cuida y respeta a la persona. Algo que parece tan obvio y, al mismo tiempo, qué poco se ve y se entiende en el día a día. Hasta tal punto que, si echamos la vista atrás, en las encuestas que se hacían en diversos medios no se incluía al Real Madrid CF entre los candidatos a ganar la Uefa Champions League y en La Liga casi se le mencionaba por obligación, pero con muy poca credibilidad en el rendimiento que pudiera llegar a dar.

Sin embargo, la temporada que ha llevado a cabo el Real Madrid CF nos regala una reflexión, para mí, esencial cuando se quiere conseguir un rendimiento excepcional de un grupo de trabajo: La gestión de grupos no entiende de números, de estadísticas, de porcentajes y predicciones. Se entiende, más bien, desde el compromiso diario de la persona encargada de gestionar y liderar ese grupo de personas, cuidando los pequeños detalles, esas cosas simples que mencionaba al inicio del post: un abrazo sincero, tomarte cinco o seis minutos para una conversación con quien lo necesite, valorar el trabajo diario y la dedicación dando las gracias. Todo esto no se puede cuantificar pero, en realidad, es lo que marca la diferencia: querer y creer en las personas con quienes estás cada día, sabiendo qué toca hacer a cada momento, para que se sientan respetados, valorados y queridos.

Como muy bien dice Xavier Marcet en su último libro, «siento una gran admiración por esos líderes que transpiran inspiración y conjugan el compromiso en primera persona. Son esa gente que se gana el respeto yendo unos pasos por delante y dando ejemplo. Esos que saben que la consistencia es más fruto de los detalles que de los discursos. […] La consistencia reside en no llegar a una estación final y en entender cada parada como una nueva oportunidad.

Gracias, de todo corazón, por estar siempre ahí, al otro lado de la pantalla, porque para mí es una suerte tremendamente grande poder seguir compartiendo con vosotros todo lo que me llevo del día a día. Un fuerte abrazo y que tengáis un muy buen inicio de semana. Seguimos remando juntos.

Centrado en sí mismo

«En un buen equipo, durante momentos difíciles, sus componentes están pendientes del exterior. En un gran equipo, durante momentos difíciles, sus integrantes se centran en sí mismos.» (Pep Marí) 

Cuando leía el otro día estas líneas de Pep Marí me hacían reflexionar acerca de la importancia de dos aspectos de la persona: la capacidad para enfocarse en uno mismo y su capacidad de adaptación antes las diversas adversidades que el propio día a día te va presentando. De hecho, uno de los temas de conversación de ayer con mi querido amigo David Vesga fue ése: cómo preparamos a los jugadores, estudiantes o equipo de trabajo para ese devenir, ese transcurso del día a día.

Saber cómo enfocarte, cómo adaptarte, tiene mucho que ver con tu capacidad para abrir la mente y examinar tus experiencias. Debes estar dispuesto, en definitiva, a ser vulnerable. Sí, vulnerable, ese adjetivo que tanto chirría en muchas cabezas de jefes de equipo pero los líderes auténticos saben que es un requisito imprescindible a incorporar en su adn profesional y personal. Debemos estar dispuestos a examinarnos en profundidad para detectar cómo somos, de qué herramientas disponemos y cuáles son las que nos faltan, cuáles son las que aún no tenemos y que, de tenerlas, no solo nos permitirían dar un salto cualitativo sustancial si no que, más importante aún, ayudaríamos de una manera increíble a nuestro equipo de trabajo. Porque para llegar a un objetivo colectivo, todos debemos dar el paso de querer conocernos y reconocernos.

BASKONIA

Querer conocernos y reconocernos implica, como muy bien dice John Donahoe, ser auténtico, mantener la esencia de uno mismo sin que importe la situación en la que uno se encuentra. Añade, además, que «el mundo es capaz de modelarte si no le opones resistencia. Para lograr ser tú mismo en la vida, debes tomar conciencia de tus elecciones. No siempre es fácil tomarlas y, al hacerlo, cometerás muchos errores.» Error implica capacidad de aprendizaje, implica querer crecer y , por encima de todo, evitar repetir el mismo error dos veces porque como muy bien recuerda Pep Marí: En un buen equipo, de un error aprende quien lo comete. En un gran equipo, de un error aprenden todos.» Esto conlleva compromiso en el proyecto del cual formo parte y confianza en todos mis compañeros, además de atención y concentración en cada día, en cada sesión, en cada partido, atendiendo al…proceso. No es que suene muy poético, es la realidad. Lo más verdadero, realista, que podemos proponer a un equipo es atender al proceso tratando de hacer las pequeñas tareas del día a día de la mejor forma posible teniendo en presente que, aún con todo, puede que el resultado final no sea el esperado porque siempre habrá elementos que se escapen de nuestro alcance, de nuestro control.

Ayer los partidos de playoffs de ascenso a 2ªB nos regalaban una lección aplicable a cualquier escenario (el deporte, como dice mi buen amigo Álvaro Merino, nos regala lecciones de aprendizaje muy potentes cada día para nuestra vida). Recuerdo que el comentarista en cierto momento dijo que era increíble y sorprendente los resultados que se estaban dando, algo con lo que no estoy nada de acuerdo. En una fase de playoffs como la que se está disputando, a partido único, con innumerables factores totalmente nuevos, estos partidos son de todo menos predecible, como la vida misma. La lección que nos regalan este tipo de eliminatorias es que centrarse en uno mismo, concentrarse en el momento que vives, en lo que puedes controlar y poner todo lo que hay dentro de ti en cada acción para sumar al equipo en cada disputa de partido intentando que ese equipo saque la mejor versión de sí mismo, es la disposición más realista que uno puede tener ante un reto similar.

SD huesca

Porque como muy bien dice Bill George, «para los auténticos líderes hay recompensas especiales. Ningún éxito personal puede igualar el placer de liderar a un grupo de personas que lucha por un resultado que merezca la pena. Cuando llegas al final y te dispones a cruzar la meta junto a los demás, todo el dolor y el sufrimiento que has padecido desaparece rápidamente y es remplazado por una profunda satisfacción interna que proviene del hecho de haber logrado fortalecer a los demás y, por tanto, de haber logrado un mundo mejor. Este es el orgullo y la satisfacción del auténtico liderazgo.

Cuando nos centramos en nuestro proyecto, en las personas que lo componen, somos realmente capaces de aportar ese valor añadido tan necesario para que todo el equipo crezca, avance y quiera sumar a una sociedad tan necesitada de educación, valores, compromiso, solidaridad y sensibilidad. Es precisamente el instante en el momento en el que esto sucede cuando, todo lo que nos rodea fuera, no nos importa en absoluto, no nos distrae, ni nos quema, ni nos amarga la existencia porque lo que tenemos frente a nosotros nos llega al corazón, nos toca y se convierte en una fuerza tremendamente poderosa que nos ayuda cada día a mostrar lo que tenemos dentro de nosotros. Miremos dentro para ser capaces de vivir con, por y para quienes están a nuestro lado. Que tengan una muy buena semana, un fuerte abrazo y nunca dejen de seguir su camino rodeado de personas auténticas. 

«Los miembros de un buen equipo se respetan. Los miembros de un gran equipo se admiran.» (Pep Marí)

«Todos tenemos la semilla del liderazgo en nosotros mismos, tanto para los negocios como para trabajar en el gobierno o para ser un voluntario de una ONG. El desafío consiste en conocernos lo suficientemente bien para saber dónde podemos usar nuestro liderazgo para servir a los demás.» (Ann Fudge)

«El punto de partida de la trayectoria de un auténtico líder es entender su propia historia vital. Tu historia vital te proporciona el contexto de tus experiencias y, a través de ellas, puedes encontrar la inspiración para dejar tu huella.» (Bill George)



 

 

Aceptar y seguir

«Aceptar que habrá posesiones que no salgan bien, y hay que seguir jugando» De ese modo terminaba el seleccionador del combinado español de baloncesto, Sergio Escariolo, su charla previa al partido contra Australia. El paso previo a poder disputar la final  que hoy, contra la selección argentina, ha terminado 75-95. Campeones del mundo, otra vez. Otra vez tratando de convertir lo extraordinario, en algo normal, como si lo de hoy fuera lo lógico. Y nada más lejos de la realidad.

Digo esto porque hoy la selección española, hace unas semanas Rafael Nadal con la consecución del US Open después de 4 horas y 50′ de partido nos están regalando lecciones que según la manera en que las contemplemos pueden ser valiosas, o pasar totalmente desapercibidas. Pero de todo lo que se puede extraer de ambos ejemplos, me quedo con una palabra: consistencia. Que en palabras de nuestro seleccionador Sergio Escariolo bien podría equivaler a aceptar y seguir.

En uno de sus últimos artículos, Xaviert Marcet nos regalaba frases reveladoras como la siguiente: «Las empresas consistentes reaccionan rápido ante los primeros síntomas de debilidad de sus mercados. La consistencia no se fía de las inercias ni cree en superioridades morales o de marca de sus productos o servicios. Cuando hay señales de cambio (y, si puede ser, un poquito antes) toman decisiones correctoras o innovadoras. Las empresas consistentes viven de saber mantener la tensión siempre. Las empresas de éxito se relajan en sus celebraciones y creen que todo se arregla con un buen anuncio en el descanso de la Super Bowl o justo después de las campanadas de fin de año. Las empresas consistentes buscan el compromiso de su gente, de sus clientes, de sus proveedores.»

Vamos Rafa post

Y señalo este párrafo porque aparece una palabra que me parece clave, más aún si cabe en estos momentos de comienzo de clases en el curso académico, de temporadas en los equipos de deporte de base, así como en nuestros proyectos personales: COMPROMISO. ¿Por qué? Bajo mi punto de vista, el compromiso es uno de los elementos fundamentales para que nuestros proyectos sean disfrutados, y saquen nuestra mejor versión. No digo que a más compromiso, más éxito; no. Digo que a más compromiso, más disfrute con todo aquello que afronto cada día de mi vida, y más capacidad para persistir, para insistir, para defender y luchar aquello que quiero para mi equipo de trabajo.

Es importante diferenciar esto, sobre todo para aquellos que solamente buscan el éxito para la adulación posterior, porque lo primero que habría que preguntar es qué es éxito para ellos. Eso por un lado, y segundo dejar bien claro que siempre habrá factores que no estén en tu mano, que no puedas controlar, y que te impidan llegar al objetivo o meta que en un momento te marcaste. Ahora bien, si nos centramos en el compromiso de disfrutar de cada instante, de aprovechar cada momento haciendo brillar a quienes están a tu lado; conseguirás o no aquello que otros llaman éxito, lo que sí es seguro es que estarás en mejor predisposición de afrontar todo lo que esté por venir.

Porque la mayoría de las veces, por no decir todas, y es lo que nos recuerdan tanto la selección española como Rafael Nadal, como tantos otros deportistas, es que ganen o pierdan siempre siguen insistiendo, siempre intentan estar preparados para el próximo movimiento, para el próximo golpe, para una nueva aventura (ya lo decía Shakleton: siempre hay un nuevo movimiento). El partido, como la vida, no para, y hay que seguir jugando pierdas o no tu posesión como dice Sergio; pierdas o no el punto que estás jugando como afirmaba Rafael en la entrevista posterior a la final; siempre sigo y trato de enfocarme en el momento que acontece. Eso es compromiso conmigo mismo, y con todas las personas con quienes comparto ese proyecto: dar lo mejor de mi en cada instante de mi vida. Eso sí lo puedo controlar.

Equipo SEB

Como dice Fred Kofman: «Para ser un gran líder, debes comprender que buscar el éxito es, de forma paradójica, el modo incorrecto de lograrlo. El éxito es como la felicidad, no puede perseguirse directamente. Cuanto más directamente busques la felicidad, menos probable será que lo consigas. Perseguir la felicidad directamente te puede llevar a un placer hedonista a corto plazo, pero no te dará la felicidad auténtica. Para alcanzar el éxito debes vivir una vida con sentido y propósito. También debes perseguir la significatividad, la autorrealización y la autotrascendencia; no solo para ti sino para todos los que trabajan contigo.»

Compromiso conmigo mismo y las personas que quiero para dotar de significado a todo aquello que realizamos, ponemos en marcha, a cada momento de nuestra vida, trabajando en la realización como persona, e intentando que tenga una trascendencia. Consistencia para que significatividad, autorrealización y autotrascendencia se extiendan en el tiempo con todas las personas con quienes trabajamos en nuestro día a día: familia, pareja, compañeros, alumnos, generando en ellos entusiasmo y amor. No vivimos, ni trabajamos, para obtener likes. Vivimos para que, de alguna manera, ayudemos a encontrar a otras personas el significado, el sentido, y la trascendencia de sus vidas. Si lo conseguimos, desconozco si seremos unas personas de éxito o no, pero lo que sí es seguro es que nuestra vida será plena.

Que tengan una muy buena semana, un fuerte abrazo, y les recomiendo que disfruten de los vídeos.



«Nos parecemos a muchas otras criaturas en su deseo de ser felices, pero la búsqueda de significado es la clave singular de lo que nos hace ser humanos.» (Roy Baumeister)
«La felicidad sin sentido caracteriza a una vida relativamente superficial, egocéntrica o incluso egoísta, en la que las cosas van bien, las necesidades y el deseo se satisfacen fácilmente y se evitan las dificultades y los compromisos exigentes.» (Roy Baumeister)
«La diferencia básica entre un hombre ordinario y un guerrero es que el guerrero se lo toma todo como un desafío, mientras que el hombre ordinario se lo toma todo como una bendición o una maldición.» (Don Juan, chamán mexicano)

 

Vivir

«Solo hay que vivir, vivir, vivir. Que nadie pueda etiquetar mis pasos. Soy timonel de mi propio barco.» Estas son las letras de una de las canciones de Pablo Alborán, y las elijo porque hoy quiero hablar sobre esto, lo que hacemos cada día a nuestra manera, vivir. Es curioso cómo de todas las acciones que llevamos a cabo cada día, si hay una que realizamos sí o sí es esta, la de vivir. Y sin embargo, ¿sabemos vivir? ¿qué es vivir?¿catalogamos la vida de los demás? ¿nos ocupamos de aprender a vivir?

Vivir de manera plena tiene que ver contigo, y poco con lo de fuera. Es saber centrarse en el momento presente disfrutando, o mejor dicho sabiendo disfrutar de cada momento, de cada instante que se vive prácticamente como si fuera el último. Porque la realidad, aunque tendamos a olvidar, es que no sabemos si será el último. Como decía Yamamoto Tsunetomo, «con seguridad no hay otra cosa que el propósito único del momento presente. Toda la vida de un hombre es una sucesión de momento tras momento. Si uno comprende completamente el momento presente, no habrá nada más que hacer, y no quedará nada por perseguir.»

Vivir alcanza su auténtico y verdadero significado cuando dejas un poquito de tu corazón en cada gesto, en cada acción, de tu día a día. Del mismo modo que le explicaba George Yeoman Pocock a Joe Rantz mientras construía uno de sus botes de remo: «Pocock se quedó en silencio, dio unos pasos hacia atrás para ver mejor el armazón del bote, se puso las manos en la cadera y estudió detenidamente el trabajo que había hecho hasta entonces. Dijo que, para él , el arte de construir un bote era como una religión. No bastaba con dominar los detalles técnicos. Había que entregarse espiritualmente, había que rendirse completamente. Cuando terminabas y te alejabas del bote, había que sentir que habías dejado en él, para siempre, una parte de ti mismo, un pedacito de corazón. Se volvió a Jose. «El remo-le dijo-es así. Y buena parte de la vida también es así; al menos las cosas que importan.»

Y aquí es donde aparece otra idea importante, «las cosas que importan» que tiene mucho que ver con la capacidad de relativizar, pero esta capacidad debemos entender que es personal, subjetiva, de cada uno de nosotros. Por tanto se debe cuidar mucho las valoraciones que hacemos de la vida de la persona que tenemos en frente, tratando de darle lecciones o intentando hacerle ver cuál es la decisión correcta. ¿Correcta?¿Incorrecta? Eso solo lo sabe cada persona, en su propio camino y con sus propias circunstancias. Querer de verdad es respetar estas condiciones, permaneciendo a su lado, e insuflarle energía, alegría de vivir en el recorrer de ese camino; pero nunca etiquetando o enjuiciando. Porque como muy bien dice Pablo Alborán en la canción, «soy timonel de mi propio barco».

Aprovechando que hablamos de barcos, y de remos, quisiera concluir este post con varios extractos que resumen muy bien cómo sentir ese momento felicidad. Un momento que, como muchas veces he dicho, se siente de manera verdadera en compañía de al menos otra persona. Porque probablemente, o yo al menos lo veo así, para mí vivir es tratar de ser feliz el mayor tiempo posible, y muchas veces ser feliz es ver la cara de felicidad plena en la cara de la otra persona, ver cómo brillan sus ojos, ver como se torna esa sonrisa tan increíble en su cara, ver que día tras días las personas que quieres de verdad crecen, avanzan, cumplen objetivos, incrementan su confianza, se atreven con retos nuevos; en definitiva: viven.

Es algo que solo puedes sentir, de la misma manera que sucede en el arte del tiro con arco, cuando te abandonas de todo lo exterior, te despojas de todo lo que tenga que ver con lo accesorio, y te centras en ser capaz de sentir en lo más profundo de tu corazón ese sentimiento de felicidad, de sentir cómo te llena por dentro. Es ahí cuando sabes que te sientes vivo, que estás viviendo: «Ese día Joe remó como nunca había conseguido remar antes: como Pocock le había dicho que remara, entregándose completamente al esfuerzo del equipo, como si fuera una extensión del compañero de delante y del de atrás, siguiendo perfectamente la palada de Hume, transmitiéndosela a Shorty, al que tenía detrás, en un flujo continuo de músculo y madera. Joe lo vivió como una transformación, como si se hubiera apoderado de él una especie de magia. Lo más parecido que le venía a la memoria era la noche de primer curso en que se encontró en el Lago Union con las luces de Seattle centelleando en el agua y la respiración de sus compañeros de equipo sincronizada como la suya, tal como delataba el vaho que espiraban en el ambiente oscuro y frío. Ahora, al salir del bote en el crepúsculo, se dio cuenta de que la transformación no nacía tanto de que él intentara hacer lo que le había dicho Pocock, como del hecho de que su equipo era un puñado de chicos con los que podía hacerlo. Sencillamente confiaba en ellos. Al final era así de sencillo.»

¿Y por qué sentían ese swing, ese estado de disfrutar del momento, de ese instante, de vivir como concepto elevado a la máxima potencia? Quizás esto nos ayude a entenderlo, entre otros factores: «Había una razón muy sencilla para explicar lo que pasaba. A los chicos del Clipper se les había seleccionado con una competencia muy dura, y de la selección había surgido una especie de personalidad común: todos eran hábiles, todos eran duros, y todos eran muy decididos, pero también eran todos buenas personas. Todos tenían orígenes humildes o habían sufrido una cura de humildad debido a los estragos de la época. Cada uno a su manera, habían aprendido que en en la vida no se podía dar nada por supuesto, que, a pesar de su fuerza, belleza y juventud, en el mundo había fuerzas que los superaban. Los retos a los que se habían enfrentado juntos les habían enseñado la humildad-la necesidad de integrar sus egos individuales en el bote como conjunto-y la humildad era la puerta de entrada común a través de la cual ahora podían juntarse y empezar a hacer lo que no habían podido hacer antes.»

Remando como un solo hombre

Concluyo este post con una reflexión que me llevé al hilo del documental que pude ver de Álex Roca y Valentí San Juan. Probablemente vivir sea la consecución de saber encontrar la felicidad en cada instante que vivimos, compartiéndola con las personas que queremos. Luchar de manera constante por los objetivos, sueños, que perseguimos aún sabiendo que habrá momentos duros que afrontar siempre, más o menos complejos. Y recordar que todo aquello que hacemos, decimos, en cada momento de nuestras vidas tiene más trascendencia de la que podríamos imaginar; por tanto, cuidemos lo que decimos, la calidad de nuestras acciones, y la manera en que tocamos el corazón de las personas que están a nuestro lado.

Os comparto un vídeo que, creo, merece la pena que veáis. Un fuerte abrazo, feliz domingo, y que tengáis una bonita manera de vivir.

 

«La mayoría de las personas no descubren qué es más importante en la vida hasta que son demasiado mayores para actuar en consecuencia. Pasan gran parte de sus mejores años persiguiendo objetivos que al final importan poco. Aunque la sociedad nos invita a llenar nuestras vidas de objetos materiales, la mejor parte de nosotros sabe que los placeres más simples son los que nos enriquecen y nos llenan. No importa que nuestra sea situación sea difícil o acomodada, todos poseemos una gran riqueza de sencillas bendiciones a nuestro alrededor, a la espera de que la valoremos. Si lo hacemos, nuestra felicidad aumenta. Nuestra gratitud se propaga. Y cada día se convierte en un asombroso regalo.» (Robin Sharma)
«Lo bien que vivas depende de cómo ames. El corazón es más sabio que la razón. Hónralo. Confía en él. Síguelo.» (Robin Sharma)

 

Aceptar y amar

«Es difícil conseguir que el bote vaya tan rápido como uno querría. El enemigo, desde luego, es la resistencia del agua, ya que hay que desplazar la cantidad de agua equivalente al peso de los hombros y el equipo, pero esa misma agua es lo que te aguanta y ese mismo enemigo es tu amigo. La vida es igual: los problemas que tienes que superar también te aguantan y te dan más fuerza para superarlos.» (George Yeoman Pocock)

Cada año en la semana que cae mi cumpleaños lógicamente es un motivo de celebración, de encuentro con las personas que más quieres, e incluso puede suceder que no veas a todos los que quisieras. Pero todas esas semanas tienen en común un nexo de unión: la emoción con la que la vivo, y la reflexión que viene al final de esa semana.

No se puede explicar con palabras lo que ha podido suponer en mi corazón esta semana, por las personas con quienes he podido compartir cada día desde el sábado pasado hasta hoy domingo. Momentos increíbles, amor, risas, abrazos, bromas, reflexiones, que me llevan a pensar en lo afortunado que soy, sinceramente. Pero además de esto, quería hoy compartir con el lector una de las ideas más importantes que me ha ha hecho reflexionar en estos días: la aceptación del pasado y de la incertidumbre.

Aceptación del pasado para ser capaz de valorarlo siempre como algo positivo, como una fuente de energía permanente que me lleve a pensar que gracias a lo vivido soy la persona que soy, para no caer jamás en el victimismo. Que me pueda emocionar, sí, pero siempre para darme fuerzas cuando lo necesite. Siempre, para respirar hondo antes de acometer un nuevo reto, mirar atrás en mi particular Everest y decir: Mira todo lo escalado, mira cada paso dado, cada huella dejada en la nieve es una huella que has dejado en las personas que están a tu lado, de la misma manera que tú dejas huella con tu manera ser en aquellas personas que te quieren. Que siempre mirar atrás sea para tener, si cabe, un motivo de más para seguir creyendo en ti más fuerte que nunca.

Y por otro lado, la aceptación de la incertidumbre que a veces intentamos controlar sin darnos cuenta de que es simplemente imposible. El exceso de control a veces puede generar ansiedad, estrés, que nunca ayudan y siempre restan. Sin embargo, si pasamos de intentar controlar a vivirlo todo lo máximo posible, el aprendizaje posiblemente sea mucho más favorecedor para nosotros. Esto me lleva a la frase en inglés que leí en su momento, y que me encanta: «Tú no siempre necesitas un plan. A veces tú solo necesitas respirar, confiar, ir, y ver qué pasa.» 

Con el paso del tiempo, con la ayuda de las personas adecuadas que te quieren, con tu predisposición a aprender de ellos, uno se da más cuenta si cabe de que no hay nada mejor que el amor. No hay motor más potente que amar. Amar tu vida, amar lo que haces, tener un motivo lo suficientemente potente como para levantarte cada mañana de la cama y querer ir a por todas, doblando la apuesta si hace falta. La actitud de quien sabe que lo importante es la dignidad con la recorres el camino de tu vida, y no los resultados finales que vas consiguiendo. El amor te permite aceptar, te permite escuchar, te permite llorar de emoción. Te da la posibilidad de conocer a personas increíbles. De ser respetuoso, comprensivo, y bondadoso con todos los que te rodean.

En la parte final de un documental sobre la vida de Michael Jordan, lo afirmaba de esta manera: «Lo más grande del juego del baloncesto, para mí, es la pasión. El amor que tengo por él. Porque cuando tú amas algo, lo llevas al extremo con tal de mantener el amor. Eso es lo que hace el amor. El amor hace lo necesario para mantener esa conexión. Si no hubiera mantenido este amor, hubiera sido imposible haber alcanzado todas estas cosas en las que hemos estado hablando. Y de verdad, es este amor el que me ha llevado a ser el mejor jugador de baloncesto que podría ser. Ser el mejor en algo implica que tienes que sentir un amor desmesurado para sortear todos los obstáculos que se van poniendo en tu camino. » Y esto, si me permitís, se puede llevar a todas las facetas personales: amistades, relaciones de pareja, trabajo, deporte. Es necesario sentir amor desmesurado por todo lo que hacemos.

Es ese mismo amor el que nos permitirá, como decía la frase en la pasada jornada de Santo Tomás de Aquino en nuestra universidad, tener «gratitud y perdón por el pasado, pasión por el presente y esperanza para abrazar el futuro.» Y como bien decía el fragmento del nuevo libro de Álex Rovira, de una foto que me mandó una de las personas más especiales que tengo en mi vida: «Por eso no olvidemos nunca amar sobre los tres pilares de los que hablado en estas páginas: ama comprendiendo, cuidando e inspirando. Harás la vida de los demás más plena y, con ello, la tuya.»

Por tanto, llego a la conclusión de cuán importante es la aceptación del pasado desde una perspectiva positiva que te dé fuerzas para seguir creyendo en ti cada mañana, generar amor y magia a cada instante de tu vida regalando momentos únicos a las personas con quienes vives en tu día a día, y estar enamorado de la vida que tienes para que ese amor te de la ilusión, la motivación, necesarias para que en el futuro más próximo que son las próximas horas, como mucho mañana, siga saliendo la mejor versión de ti mismo, la mejor sonrisa, que tus ojos sean auténticos cañones de fuego que generen calor y energía en quien los mira. Porque todos, absolutamente todos, no solamente necesitamos brillar, es que nos lo merecemos. Merecemos un chispazo de alegría que nos haga ver la vida cada día, aún con todas las adversidades que se pueden presentar, como una oportunidad única de aprendizaje y crecimiento personal.

Que tengáis una muy buena semana, os deseo lo mejor hoy y siempre. Un fuerte abrazo, y por favor, nunca dejéis de sonreír.

«Quien ame en plenitud habrá encontrado el sentido de su vida. Amar es vivir y vivir es amar. Amemos mientras vivimos y vivamos mientras amamos. Parafraseando al poeta Miguel Hernández, todos llegamos con tres heridas: la del amor, la de la muerte, la de la vida. Y es nuestra responsabilidad cuidarnos de las tres. Feliz viaje: buena vida, buen amor, buen trabajo y, por supuesto, ¡buena suerte!» (Alex Rovira)
«Nietzsche dijo que debíamos poner en nuestras vidas la seriedad que pone el niño en sus juegos.» (José Ortega y Gasset)
«Siempre he tenido la ambición de ser el mejor constructor de botes del mundo; y sin falsa modestia, creo que he conseguido ese objetivo. Si vendiera Boeings, me temo que perdería el aliciente y me convertiría en un hombre rico, pero en un artesano de segunda. Prefiero seguir siendo un artesano de primera.» (George Yeoman Pocock)



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Ser consciente de lo vivido

«Qué bonito es saber que siempre estás ahí, quiero que sepas que voy a cuidar de ti. Qué bonito es querer y poder confiar. Afortunado yo, por tener tu amistad.» (Manuel Carrasco)

El pasado fin de semana me volvió a suceder. Quizás por la cena, el momento, por la persona con la que estaba, por el recuerdo del que estábamos hablando; me emocioné tanto que no pude evitar llorar por pura emoción. «Necesitas hacer esto más a menudo; no eres consciente de todo lo que has hecho Pablo.» Y efectivamente, creo que a día de hoy no lo soy. Quizás porque di por hecho que ese esfuerzo era lo que tocaba; o probablemente porque no le he dado el significado que tenía. Sin embargo, ahora al echar la vista atrás, me emociona mucho hablar de ciertos temas a los cuales es muy probable que no les haya dado la importancia que merecían. No importancia por repetirme a mí mismo «qué bueno soy»; pero quizás hubiera sido bueno para no dudar tanto de mí en momentos posteriores.

La conversación giraba en torno a las amistades, y de manera concreta hablaba de mi amigo Rafa Selles. Recordaba la semana en la que aprobé Anatomía, y luego posteriormente Fisiología del ejercicio en la última oportunidad que tenía en Junio, para evitar de esa manera ir a Septiembre. Última ocasión para sacar un curso, y una carrera, que sin duda había ido de menos a más. Pero con esa asignatura lo había pasado realmente mal porque por mi problema de audición y el tono de voz de la profesora no me enteraba de las clases, no conseguía escuchar bien, me sentía frustrado (otra vez esa sensación que creía olvidada en la ESO) por no sacar esa asignatura en concreto, y a su vez concluir la licenciatura. Es cierto que hubiera sido tan fácil como solicitar una tutoría antes de llegar a este punto tan extremo, pero el pensamiento mío era que jamás había tenido ayuda anteriormente (y la había solicitado), por mi problema de audición; no la iba a pedir ahora en la Universidad. Lo había convertido, casi sin querer, en un reto personal.

Y recordaba con muchísimo cariño como Rafa se quedó conmigo todas las noches a estudiar, a repasar los conceptos más importantes de la Fisiología del ejercicio, esquemas y más esquemas. Recuerdo perfectamente cómo me eché a llorar diciéndole que no podía, que no aguantaba más, que creía que no iba a aprobar, y él ahí, incansable, inagotable, con esa sonrisa que tantas veces me ha devuelto cuando sabía que estaba tocado. Recuerdo el calor tan abrasador que hacía en esas últimas semanas, que estábamos deseando terminar, irnos a casa, y ahí seguíamos, a machete, haciendo lo posible por sacar esa examen. Jamás se me olvida una de las mañanas siguientes, cuando miré el expediente académico, vi la nota (aprobado), y vi el expediente académico completo. No pude aguantar, tuve que cerrar la puerta de mi habitación, y romper a llorar, porque se me pasaba en mi cabeza toda una carrera, todos esos años, todos esos momentos. Recordando el primer día con mis padres, subiendo por la carretera de la Universidad para ver las instalaciones, cuando ante mi asomaba el reto más bonito que podía afrontar. Todo lo andado, todo lo recorrido, para llegar a este momento que tanto había deseado. Recordando todo esto no pude aguantar las lágrimas, mientras me decía «es bueno, y recomendable, que esto lo hagas más menudo, sacar todo lo que tienes dentro.»

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Muchas veces la propia vida nos marca un ritmo demasiado acelerado, frenético, que hace que no demos importancia al momento que vivimos, ni a recordarlo simplemente con el cariño que se merece. No es una cuestión de darse importancia, más bien creo que es una cuestión de recordar con verdadero cariño, con verdadero amor, todo lo que vamos haciendo y consiguiendo, la persona en la que nos vamos convirtiendo conforme vamos caminando en el camino que es nuestra vida. Probablemente la edad, la experiencia es un grado, te va pausando, te vas tranquilizando, y vas notando cómo percibes todo de otra manera completamente diferente. Pero también creo que influye mucho el dejarse desaprender, para volver a aprender. Escuchar a las personas adecuadas, leer los libros adecuados, aceptar recomendaciones, consejos con gran humildad sabiendo que lo que te dicen es desde el cariño, para que puedas sacar lo mejor de ti. Todo ello conforma un crecimiento brutal en lo personal, que logra que percibamos cada día como se merece, como una oportunidad para brillar tú; y en consecuencia para ayudar a brillar a quienes tienes a tu lado.

Vivir, creo, consiste en aprender constantemente a saber disfrutar del momento, del presente, de lo que tenemos sin dejarnos llevar por lo que nos tratan de vender desde fuera; ser capaces de obviar todo el bombardeo que recibimos en forma de objetos materiales, cosas externas, que no dan la felicidad aunque intenten convencernos de lo contrario. Vivir es saber apreciar la sonrisa de un amigo que va a verte mientras estás dando la clase, aunque tenga que coger un vuelo y vaya justo de tiempo. Vivir es saber enamorarte de unas vistas preciosas desde un lugar maravilloso, saber apreciar la belleza del atardecer, de la brisa y el frescor de los atardeceres de verano, el olor a primavera.Vivir es, para mí, saber valorar todo lo que has vivido cada noche y que te dé fuerzas para afrontar cada mañana con la mayor de las ilusiones.

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Esa noche lloraba porque me acordaba de mis momentos con Rafa, lloraba porque me acordaba de que había sacado una licenciatura de CCAFYD con la ayuda de mis amigos de clase, sin escuchar todo lo bien que escucho ahora, y sin saber que tenía una enfermedad como era la Hepatitis C que me estaba produciendo ya un cansancio notable, y yo sin saberlo. Yo creyendo, una vez más, que era normal sentirse así, y que por tanto había que lidiar con ello, aceptarlo, transformarlo de una excusa a un punto más de motivación, y que no fuera nunca un lugar ni espacio, ni momento, para la queja. «¿Te das cuenta de todo lo que has conseguido?» Era la pregunta esa noche; ahora creo que puedo decir que sí, que solo ahora es cuando empiezo a ser consciente.

Muchas veces en nuestro día a día se nos presentan las dudas, los temores, de una manera que nos hacen olvidar que por más grandes que sean, la única manera de lidiar con ellos, es enfocarse en el presente (que es lo único que podemos controlar), y aún pudiéndolo controlar tener claro que habrá ocasiones en que el futuro no sea el que esperábamos, pero sí el que nos toca afrontar. Y si aún con todo, no creemos en nuestras capacidades, echa la vista atrás. Mira lo que has recorrido, lo que has vivido, y cómo saliste fortalecido de todo cuanto afrontaste:

«Y cuando la tormenta de arena haya pasado, tú no comprenderás cómo has logrado cruzarla con vida. ¡No!. Ni siquiera estarás seguro de que la tormenta haya cesado de verdad. Pero una cosa sí quedará clara. Y es que la persona que surja de la tormenta no será la misma persona que penetró en ella. Y ahí estriba el significado de la tormenta de Arena.» (Haruki Murakami)

Que tengan una muy buena semana, un fuerte abrazo, y por favor, sepan disfrutar de una manera más auténtica de todo cuanto tengan. Les recomiendo que se paren a ver el vídeo, es de las mejores ponencias que he visto.

 

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