Acordándonos de lo esencial

Hace un rato se me venían a la mente dos imágenes. La primera, de hace unas semanas, con las terrazas llenas y miles de personas sentadas en ellas, sin disfrutar de la compañía, atendiendo al móvil. La segunda, de hace unas horas, tiene que ver con las mismas terrazas vacías, y la sensación de tristeza de esas miles de personas por no poder ver, abrazar, o besar, a quienes probablemente hace una semana cambiaban por un dispositivo electrónico.

Esta es, sin duda, una de las lecciones valiosas (solo será como tal si la recordamos para siempre) que nos está dejando estos días, semanas, de incertidumbre, tristeza, miedo, e inquietud, por no saber cómo y cuándo terminará todo esto: Recordar, siempre, que lo importante debe seguir siendo lo importante. Esto implica, en primer lugar, comenzar a vivir de verdad cada instante que tenemos la oportunidad de aprovechar. Y es cierto, no hay una sola manera de vivir, pero por favor vivan: sientan, rían, salten, abracen, besen; y todo ello hagánlo desde la sinceridad, desde el corazón, porque nunca es tarde para expresar lo que de verdad sentimos. Siempre estamos a tiempo para hacer lo correcto.

Por otro lado, esta situación nos regala la lección de que tan importante es acertar con la decisión correcta, como también elegir el momento y el lugar adecuados. El inmovilismo,  la poca o nula capacidad de autocrítica, es algo que los grandes directivos no pueden permitir que vuelva a suceder porque hay a quien se le paga para tomar decisiones. Está mal que no se tomen decisiones por incapacidad, pero está peor aún no tomarlas por prepotencia, por no admitir el hecho de que han sido superados. La humildad, que implica la capacidad de autocrítica, así como la coherencia, el ahora famoso sentido común (pero que a veces, es el menos común de lo sentidos), ser consecuentes, y personas íntegras, es el único camino adecuado que nos ayuda a garantizar que la calidad de nuestras decisiones salvaguarda la calidad de las vidas que tenemos a nuestro lado.

Y por último, unido a lo que hablábamos al principio de este post, es un momento para volver a recordar que, efectivamente y sin lugar a dudas, el ser humano es un ser relacional. Por tanto, necesitó, necesita, y necesitará de otras personas para tratar de ser cada día la mejor versión que lleva dentro. Una versión que permite, al mismo tiempo, brillar con fuerza a todas las personas que por un motivo u otro necesitan un poco de luz, un motor de arranque, un rayo de esperanza, entre a veces tantísima oscuridad.

Por esa sencilla razón, es momento para aprender de una vez por todas que se puede tener una ideología que decline más la balanza hacia un lado, o hacia el otro, pero que por encima de cualquier ideología, de cualquier ansia de voto o de asegurar un sillón, están las personas. Unas personas que, independientemente de su trabajo, ahora mismo deberían sumar a un país, que es el nuestro, que solamente debería tener un objetivo cuando cada mañana sale el sol: ser la mejor nación posible, dejando el mejor legado a las generaciones que vienen.

En medio de toda esta incertidumbre, de esta situación que vamos a sacar adelante entre todos si de verdad somos conscientes de la tarea que nos ocupa, en un domingo por la tarde como hoy quizás sea buen instante para dar las gracias a quienes nos quieren, a quienes han confiado y confían en nosotros. Para agradecer, además, a millones de personas que están trabajando por nosotros aún sin conocernos, como son todo el personal sanitario, fuerzas del estado, y así un largo listado de profesiones que bajo su uniforme esconden una piel como la nuestra, un corazón que quiere sumar, para que nunca dejemos de creer y crecer. Hoy es momento de decir: Gracias, de corazón.

Un fuerte abrazo, y cuando todo vuelva a la normalidad, cuando vuelvan a tomarse ese café, esa cerveza bien fría, ese tinto de verano que le sabe a gloria, recuerden el verdadero valor que tiene no solamente en sí, sino el momento que está viviendo, porque esta es la última lección que nos dejan estas semanas: El tiempo no se recupera, por tanto, aprovechadlo.

«No conozco don más indiscutible que el de la tenacidad de propósito, que, a través de todos los reveses, jamás cambia, impávida en los buenos y malos pasos, venciendo toda oposición hasta llegar al puerto.» (Ralph Waldo Emerson)
«Nuestro espíritu ora es rey, ora tirano: rey cuando atiende a la virtud, cuida la salud del cuerpo que tiene encomendado y no le ordena nada vergonzoso, ni vil; mas cuando es inmoderado, ambicioso, antojadizo, se gana un nombre detestable y cruel y resulta un tirano.» (Séneca)

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