‘’Una cosa es terminar un problema y otro resolverlo. Un pleito por un prado se termina cuando uno de los contendientes saca una escopeta y mata al otro. Se ha terminado , pero no se ha resuelto. Lo de muerto el perro se acabó la rabia no vale ni para los perros. Lo importante es que desaparezca el bacilo de la rabia. Un problema sólo se resuelve cuando se termina dejando a salvo los valores para la convivencia. De lo contrario, retoñará.»
¿Cuál es nuestra capacidad para la resolución de problemas? ¿Los afrontamos o decidimos esquivarlos? ¿Los terminamos o los resolvemos? Leyendo estas líneas de José Antonio Marina me viene a la memoria algo que me sucedió a mí, como entrenador, y que gracias a la ayuda de mi buen amigo Álvaro me hizo reflexionar, analizar la situación, y encontrar la solución adecuada no para mí, sino para todo el grupo, para todos, para como bien dice Marina, dejar a salvo los valores para la convivencia.
Sinceramente analicé todo miles de veces, porque era una situación nueva y no sabía muy bien cómo acometerla, teniendo siempre claro que no quería que mi decisión fuese el origen de la ruptura en nuestro equipo, de modo que me puse en contacto con Álvaro, le comenté todo, y me hizo de ver desde una nueva perspectiva: Si es algo que afecta, en mayor o menor medida, a todo el grupo, exponlo hoy, háblalo con ellos y que cada uno exponga su punto de vista, su opinión, dales la oportunidad de expresarse y además de decidir cuál va a ser la resolución a ese problema, un problema que no es nada grave ni mucho menos, sino más bien algo totalmente normal que puede producirse en esas edades. Dejad entre todos, bien claro, que si esa conducta vuelve a suceder, la consecuencia a ese comportamiento será la que sea, pero que se decida entre todos.
Y es aquí cuando viene mi sorpresa, cuando soy consciente de que es mucho mejor hablar con todos los jugadores, saber escuchar, reflexionar, analizar, para después entre todos tomar una decisión. Darles la posibilidad de expresarse es darles la responsabilidad de que analicen, reflexionen, y expongan sus argumentos, creándose un debate limpio que les ayuda a conocerse mucho mejor, evitando rencillas de comentarios que se puedan decir por detrás, todo de frente y a la cara. No sólo quedó todo en un mal entendido que se aclaró de manera definitiva, sino que además el jugador en cuestión leyó una carta que no sólo le hizo emocionarse al él mientras la leía, sino también a gran parte de sus compañeros cuando le escuchaban.
En ese momento, cuando los ves de esa manera, con los sentimientos a flor de piel, emocionándose porque quien les habla saben que es desde el corazón, saben que es el primer compañero que daría la cara por alguien en un partido durante un lance en el terreno de juego, sabes y te das cuenta de que el equipo está alcanzando un grado de madurez que es, sin duda, de lo mejor que puedes vivir como entrenador.
Lo ‘’fácil’’, lo ´´rápido’’, hubiese sido dejar fuera de la convocatoria a ese jugador, esquivar el problema, y hacer como que todo se ha solucionado. Pero es imposible cuando te has esforzado por conocer a tus jugadores, a todos y cada uno de ellos; por ello mismo sabes que si hay ciertas reacciones es porque hay algún elemento que ha detonado esa situación, porque no es normal, y está en nuestro deber ocuparnos de ello, como formadores y como entrenadores. Siempre lo he dicho y lo mantendré, entrenar en un terreno de juego no es tarea demasiado compleja; por el contrario lo que desgasta, lo que te quita horas de sueño, es el día a día con tus jugadores, porque es lo bonito, ese proceso de descubrimiento de la persona, saber cómo son reacciones, cómo debes escucharles y hablarles a cada uno de ellos. Creedme que no hay sensación más gratificante que, como producto de todo ese trabajo como gestor de grupos, ver en el terreno de juego un aumento de la confianza en sí mismo de tus jugadores para atreverse a hacer cosas que, hace unos meses, eran impensables. Pero eso no viene sólo, hay que trabajarlo y dedicarle horas de conversación con todos ellos.
Hablando de este tema me viene a la mente un entrenador, Tomasso Maestrelli, quien entrenó a la Lazio de las Pistolas, un equipo cuyo vestuario probablemente fue de los más convulsos, conflictivos, y problemáticos, que haya existido en la historia del fútbol, calificado como ‘’ Un continuo hervidero de ánimos, emociones,’’ , existían dos clanes, dos grupos diferentes’’, ‘’Un equipo politizado, políticamente incorrecto, ‘’Parece una película del salvaje oeste’’, ‘’Un equipo que encarna perfectamente aquellos años .
Dicen de Maestrelli que ‘’era el guía espiritual, quien consigue encontrar la alquimia para que convivan estos caracteres fuertes, a veces duros y violentos. Era el eje del aquel equipo; ‘’La persona a la que todos teníamos el máximo respeto; ‘’Creo que nosotros hemos sido para él hijos o hermanos pequeños’’; ‘’Cualquier problema que tuvieras él lo entendía sin que se lo dijeses, después se lo contabas porque él te lo pedía con los ojos; ‘’Te llevaba al confesionario, que era su vestuario, te hablaba, te preguntaba qué había pasado y trataba de resolver también tus problemas; ‘’La magia de aquel equipo prendía cuando el árbitro pitaba el comienzo del partido. Entonces ya éramos uno para todos y todos para uno; ‘’El domingo no se podía tocar a nadie, porque si alguien tocaba a uno de los nuestros, los otros diez le saltaban encima’’
Una clase magistral de liderazgo y gestión de equipo de alto rendimiento la que desempeñó Tomasso Maestrelli con esta Lazio, jugando a un fútbol total que fue el asombro y sorpresa de toda europa. Y esto me recuerda otro párrafo de José Antonio Marina, con el que concluyo este post:
‘’La inteligencia, como he repetido tantas veces, culmina en la resolución de problemas prácticas, en especial de los que se refieren a la felicidad personal y a la dignidad de la convivencia. La convivencia humana ha planteado siempre problemas enconados que cada cultura ha intentado resolver a su manera. El valor de la vida, la propiedad de los bienes y su distribución, la sexualidad, la familia, la educación de los hijos, la organización del poder político, el trato a los débiles, ancianos o enfermos, el comportamiento con los extranjeros y la relación con los dioses han sido, son y probablemente serán los fundamentales. Una evolución histórica agitada y feroz ha ido seleccionando los métodos mejores para resolver esta contienda inacabable. La inteligencia comunitaria, después de recorrer muchos laberintos, denomina justicia a la mejor solución de los conflictos. Y la mejor solución siempre será cuando el problema se resuelve, dejando a salvo los valores para la convivencia.’’
Que tengan una muy buena semana, un fuerte abrazo, y afrontad siempre los problemas.