Rodeados de riqueza

Cuando uno camina en su día a día (seguro que rápido, porque la velocidad impuesta por esta sociedad es de máxima rapidez, máxima cantidad, pero calidad…poca, así nos va) apenas percibe la cantidad de historias que se le pueden pasar por delante, ni se lo plantea ni se da cuenta, pero es así. Y es que en cada persona que nos cruzamos hay un relato, una experiencia, que bien podría valer un Óscar.

Ésta es probablemente la mayor lección de aprendizaje que me estoy llevando este año, sin duda, lo cual no es fácil porque para esto es necesario poner un poco de pausa, parte de tu tiempo, y escuchar, un arte olvidado por cierto (que no es asentir o negar como los tontos, si no enamorarte de la historia de la persona que tienes delante, esforzándote por entenderla, que ni es fácil ni breve, pero sí enriquecedor.) Se da muy poca importancia a lo que pueden saber aquellas personas con quienes compartimos nuestro día a día, y mucha importancia a lo que creemos que sabemos nosotros, y que sin estar seguro de saberlo, pensamos que es la mejor opción o solución. Ya no hay conversaciones, sólo posturas que tratan de imponer el ‘’Yo más, tú más, yo más, tú más’’, el más claro ejemplo lo tienen en nuestra querida política. Nuestros gobernantes, tras llevar semanas y semanas, aún a día de hoy son incapaces de alcanzar acuerdo de ningún tipo. Y ojo, que son políticos…

¿Por qué sucede esto? José Antonio Marina dice que ‘’las sociedades pueden encanallarse cuando se encierran en un hedonismo complaciente, y carecen de tres sentimientos básicos: compasión, respeto, y admiración. Compadecer es sentirse afectado por el dolor de los demás, y es la base del comportamiento moral. Respeto es el sentimiento adecuado ante lo valioso. Se trata de un sentimiento activo, que se prolonga en una acción de cuidado, protección y ayuda. Por último, la admiración es la valoración de la excelencia. Dicho esto, pregúntense si todo esto lo ven en su día a día, piénsenlo, encontrarán la respuesta rápidamente.

No existe compasión por absolutamente nadie, las faltas de respeto son constantes, en diferentes ámbitos estoy cansado de verlo que a la mínima hay un clima de crispación bestial, porque no se tolera absolutamente nada, no se respeta una opinión, no se respeta una idea, un proyecto; cuesta mucho encontrar a personas que tengan profunda admiración por alguien, mucho, porque se tiende a pensar que el hecho de admirar a alguien conlleva implícitamente sentirte inferior a él o a ella. Es un planteamiento erróneo, vulgar, y equivocado, pero es así.

El resultado de no tener compasión, ni respeto, ni admiración, en el día a día, por algunas o varias de las personas que se conoce es por la tendencia, imposición, a creer, que debes ser el mejor obligatoriamente en algo, y ese algo quizás ni siquiera se le ha dado la opción de elegirlo sino que más bien es impuesto, triste, ¿verdad? Pero es así, por más que duela leerlo. En consecuencia, tenemos una sociedad que se niega a seguir aprendiendo, escuchando, ayudando.

La sociedad que tenemos hoy en día se encuentra en ese estado por obcecación, por ceguera pura, egoísmo y egocentrismo máximo. Hace falta mucha más humildad, sencillez, honestidad, para no sólo saber sino sentir, que es más importante, porque esto tiene que ver con los sentimientos. Con sentir dolor por querer ayudar a quien está afectado; no hace falta pensar en las personas que están lejos, cerca de ti, a 5 metros, tienes a una persona que con una sonrisa la haría la más feliz del mundo, ya sea tu padre, tu madre, tu pareja; pero claro…es que vas rápido, no hay tiempo es verdad, el tiempo. Sentir respeto por quienes te enseñan, por quien te dedica parte de tu tiempo para que crezcas y puedas ser la mejor persona posible (que no El Mejor), poder sentirte realizado, ofreciendo tu mejor versión y ayudando a quienes están cerca de ti a que también lo logren. Y honesto para admirar, saber valorar la valía de la persona que tienes delante, el valor de sus relatos, sus historias, sus experiencias; enriqueciendo de una manera tan bestial tu aprendizaje que no te lo darían ni todos los libros de la ESO estudiados de cabo a rabo.

De la misma manera, cuando nos encontramos gestionando un grupo de personas, vuelvo a mencionar a José Antonio Marina: «Las empresas inteligentes consiguen que un grupo de personas, tal vez no extraordinarias, alcancen resultados extraordinarios gracias al modo en que colaboran. Una organización inteligente es la que permite desarrollar y aprovechar los talentos individuales mediante una interacción estimulante y fructífera. Comienza a hablarse de capital intelectual como uno de los grandes activos económicos, más aún, como la única riqueza verdadera.» Aprovechar los talentos individuales mediante una interacción estimulante y fructífera. Estimulante porque sabemos escuchar, y además, cuidamos mucho el contenido de nuestro mensaje para hacerlo llegar de la mejor manera posible; y fructífera porque debe serlo para ambos, para que tanto uno como otro crezcan y salgan reforzados de esa interacción, conversación, o diálogo. Las relaciones sociales, nuestra capacidad de conversación y escucha, son imprescindibles si queremos no sólo crecer nosotros como personas primero, y en consecuencia como trabajadores, sino también ayudar a crecer con quienes convivimos en nuestro día a día.

Es cuestión de ser personas, porque ello implica que somos seres sociales, que compartimos experiencias, convivimos, compartimos momentos, de los cuales obtenemos un enriquecimiento personal brutal, pero para ello debemos tener una voluntad plena de crecer, intentando insisto, ser la versión de uno mismo ayudando a que las personas que viven contigo, que trabajan codo con codo cada día, también lo sean. No somos grandes personas ni por nuestros conocimientos ni tampoco por nuestras habilidades, sino por nuestra actitud ante la vida. Todo suma, todo afecta al estado anímico de las personas que tenemos delante, por lo que si somos capaces de cuidar todos estos detalles, a buen seguro estaremos empezando a construir un grupo mejor de personas, que afectará a la sociedad, y en consecuencia a una gran parte del país. Lo malo se contagia, pero lo bueno también; lo malo se consigue simplemente dejándote llevar, lo bueno por el contrario necesita de voluntad, pero es que la voluntad es la motivación inteligentemente dirigida.

 

 

Me has agregado la fuerza de todos los que viven.

Me has dado la libertad que no tiene el solitario.

Me enseñaste a encender la bondad, como el fuego.

Me hiciste construir sobre la realidad como sobre una roca.

Me hiciste adversario del malvado y muro del frenético.

Me has hecho ver la caridad del mundo y la posibilidad de la alegría.

 

Pablo Neruda

 

Que tengáis una muy buena semana, un fuerte abrazo.

 

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Discurso Joaquín Sabina

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