Transcurrido el tiempo de algo más de una semana desde que a uno le dan, con toda seguridad, la mejor noticia posible en lo que va de este año 2016 como es estar curado de una enfermedad; llega el momento de las reflexiones, porque uno es más consciente si cabe del aprendizaje tan enriquecedor que ha supuesto este período:
–Pelear: Cuando uno recibe un golpe, cuando te caes, ¿qué haces? Te levantas, no tienes otra opción. Por dura que sea la caída; por fuerte que sea el golpe; tienes, debes levantarte. No hay tiempo para lamentos, para compasiones, para los pensamientos del tipo ‘’Y si..’’. No, no existe hueco para eso. La única manera es mirar adelante, apartar las emociones negativas de tu mente, y sólo dar paso al optimismo, al positivismo, llenando tu cabeza con 2 pensamientos: ¿Qué debo hacer para estar mejor? Y, voy a curarme, todo va a ir bien.
–Pre-ocupación: Cuando se afronta un problema, ¿qué debemos hacer? Ocuparnos, pero jamás preocuparnos. Son sólo tres letras de diferencia, pero hay un mundo de diferencia entre ambas palabras. Ocuparnos nos lleva a darle la importancia que se merece a cada asunto, siendo consecuente con todo lo que esté relacionado con ello, siendo responsables, maduros, sabiendo qué debemos y qué no debemos hacer. Pero lo otro, preocuparnos, es muy distinto. No te lleva a nada, preocuparte es dejar que tu cabeza se llene de pensamientos negativos, dejas de tener control sobre tu mente, te empiezas a preguntar qué pasará, qué sucederá, y vuelven los Y si…no sale bien? Bueno; pues pensar de más en algún tema no va a solucionarte nada, ni va a mejorar la situación, sólo te hará polvo el estado anímico, tu confianza, dañará tu alegría, y no sólo la tuya, sino las de quienes conviven contigo. Lo sencillo es dejarse llevar por los pensamientos negativos, pero eso sólo nos lleva a un bucle pésimo, del cual después puede resultar muy difícil. Por tanto, ocuparnos, sí; preocuparnos, no.
–Soñar: ¿Por qué no soñar? ¿Acaso los sueños no se cumplen? Adelante; todos necesitamos fuerza, sácala de tu interior, de lo más profundo de tu ser. Necesitamos soñar, dar rienda suelta a nuestras ilusiones más próximas, imaginarnos con todas nuestras fuerzas cómo estaremos en un corto período de plazo. Imaginarme con salud, imaginarme que volvía a hacer ejercicio al máximo sin cansarme, imaginarme curado en definitiva, me animaba, me ayudaba, y me daba fuerzas para seguir peleando por pensar que todo iba a ir bien, para no perder jamás el optimismo en que todo iba a salir bien. Como bien dice Walt Disney, si lo puedes soñar, lo puedes hacer.
–Disfrutar del momento: Es algo que siempre he tenido presente, pero desde que estoy curado más aún si cabe. ¿Sabes por qué? Porque ahora mismo experimento una sensación de tranquilidad, de calma, que hacía mucho tiempo no experimentaba. Y no te puedes imaginar cuán bonito es este estado, ser consciente de manera plena del momento que estás disfrutando, un amanecer, un atardecer, un partido con tus amigos de los viernes, unas risas en buena compañía en una terraza por la noche, el disfrute de la lectura de un buen libro, la sensación de no estar agotado nunca y sentirte imparable; estar bien en el más amplio sentido de la expresión. Dale la importancia que se merece, que es toda, y empieza a disfrutar de los momentos sencillos que nos regala la vida a cada instante; relativiza cuando se te presente un problema, porque créeme lo que consideras un problema, la tendencia a creer que tenemos problemas mundiales es absurda; por el contrario, te invito a pensar que tenemos circunstancias a resolver, nada más.
A modo de conclusión final querría recordarte que cuando tengas un problema, o una circunstancia a resolver más bien, estás sólo/a. Eres tú, con tu actitud, con tu manera de mirar al problema o circunstancia a resolver, el que determinará si se soluciona o no; pero no sólo eso, tu actitud marca los estados de ánimo de quienes te rodean, de quienes te están ayudando, animando de manera constante, sé solidario. No eres el único que sufre, el único que tiene miedo, el único que está triste; dejarte llevar por estos estados termina amargando la existencia de quienes tratan de ayudarte, de quienes te quieren y están cerca de ti; de modo que debes ser solidario, valiente, optimista, alegre, regálales una sonrisa a esas personas que te quieren y te están ayudando a que ese problema con el paso del tiempo termine convirtiéndose para ti en una mera circunstancia a resolver.
Comparto contigo la siguiente lectura, titulada La Invitación:
‘’No me interesa saber cómo te ganas la vida. Quiero saber lo que ansías, y si te atreves a soñar con lo que tu corazón anhela.
No me interesa tu edad. Quiero saber si te arriesgarías a parecer un tonto por amor, por tus sueños, por la aventura de estar vivo.
No me interesa qué planetas están en cuadratura con tu Luna. Quiero saber si has llegado al centro de tu propia tristeza, si las traiciones de la vida te han abierto o si te has marchitado y cerrado por miedo a nuevos dolores. Quiero saber si puedes vivir con el dolor, con el mío o el tuyo, sin tratar de disimularlo, de atenuarlo ni de remediarlo.
Quiero saber si puedes experimentar con plenitud la alegría, la mía o la tuya, si puedes bailar con frenesí y dejar que el éxtasis te penetre hasta la punta de los dedos de los pies y las manos sin que tu prudencia nos llame a ser cuidadosos, a ser realistas, a recordar las limitaciones propias de nuestra condición humana.
No me interesa saber si lo que me cuentas es cierto.
Quiero saber si puedes decepcionar a otra persona para ser fiel a ti mismo; si podrías soportar la acusación de traición y no traicionar a tu propia alma. (…)
Quiero saber si puedes ver la belleza, aún cuando no sea agradable, cada día, y si puedes hacer que tu propia vida surja de su presencia.
Quiero saber si puedes vivir con el fracaso, el tuyo y el mío, y de pie en la orilla del lago gritarle a la plateada forma de la luna llena:’’Sí¡’’
No me interesa saber dónde vives ni cuánto dinero tienes. Quiero saber si puedes levantarte después de una noche de aflicción y desesperanza, agotado, y magullado hasta los huesos, y hacer lo que sea necesario para alimentar a tus hijos.
No me interesa saber a quién conoces ni como llegaste hasta aquí. Quiero saber si te quedarás en el centro del fuego conmigo y no lo rehuirás.
No me interesa saber ni dónde ni cómo ni con quién estudiaste. Quiero saber lo que te sostiene, desde el interior, cuando todo lo demás se derrumba.
Quiero saber si puedes estar solo contigo y si en verdad aprecias tu propia compañía en momentos de vacío.
Recuerda siempre que, quien te escribe estas líneas, ha superado un inicio de la vida muy duro, más de lo que te puedas imaginar; soñé que escucharía por dos lados y ahora escucho gracias a mi implante el cantar de los pájaros cuando vuelan sobre mí; soñé que me curaba de una enfermedad que vino a modo de ‘’extra’’ en esos inicios, y ahora estoy curado. Por todo ello, recuerda siempre, que nunca hay que perder la sonrisa, que la vida es un auténtico regalo, y como tal te animo, te insisto, a que la disfrutes, recordando siempre que habrá buenos y no tan buenos momentos, pero que la diferencia está en cómo afrontemos cada instante. Disfruta de la vida todo lo que puedas, y pelea cada mañana por conseguir tus sueños, porque…lo que tiendes a creer, es finalmente lo que creas. Un abrazo muy grande, de los que dejan sin aliento, y disfruta de la pedazo de semana que tenemos por delante.
‘’Hoy, antes del alba, subí a la colina, miré los cielos apretados de luminarias y le dije a mi espíritu: cuando conozcamos todos esos mundos y el placer y la sabiduría de todas las cosas que contienen, ¿estaremos tranquilos y satisfechos? Y mi espíritu dijo: no, ganaremos esas alturas sólo para seguir adelante.’’
Walt Whitman