Ser un número uno

«La simplicidad es la suprema sofisticación»

(Leonardo Da Vinci)

Hace unas semanas escuchaba decir a Pablo Motos que «un número uno te lo puedes encontrar en un restaurante y es un camarero; y es un número uno, que no se le escapa una mesa,que la segunda vez que vas ya sabe lo que quieres tomar […]» y la verdad es que no pude estar más de acuerdo con él. Pero, además, decía tres aspectos de la persona que son esenciales para mí: actitud, esfuerzo y visión. Componentes esenciales e imprescindibles para llegar a ser un número uno al mismo tiempo que se logra alcanzar esa suprema sofisticación a la que se refiere el maestro Leonardo Da Vinci. Pero, ¿cómo se logra ser un número uno y que se entiende por ello?

En la mayoría de las ocasiones tendemos a creer que para ser un número uno es necesario volverse complejo, complicarlo todo, convirtiendo así cualquier tarea o proceso en un trayecto demasiado arduo, tedioso y lento. Sinceramente, creo que estamos equivocados. El camino, al menos para mí, en lo que a crecimiento personal y profesional se refiere para lograr ser un número uno en aquello que haces gira en torno al concepto de eficiencia. Ser eficiente implica ser capaz de realizar tu tarea de la mejor forma posible, en el menor tiempo posible. Y esto sí tiene que ver con simplicidad, palabra que si buscamos en el diccionario nos indicará aquello que no tiene complicación, que no se vuelve complejo.

¿Por qué es tan importante evitar la complicación? Porque esto nos permite conectar mejor con las personas con quienes vivimos, con quienes trabajamos, porque somos capaces de transmitir de manera eficaz el mensaje que queremos trasladar y además lograr hacerle sentir con las dosis adecuadas de motivación, pasión y compromiso que cada persona necesita. Y para llegar a ese punto se requieren los tres aspectos que menciona Pablo Motos en la entrevista: esfuerzo, actitud y visión.

Esfuerzo para poner empeño y gran capacidad de trabajo en todo aquello que requiere aprendizaje por nuestra parte, porque sí, el aprendizaje requiere de esfuerzo por entender, por comprender e interiorizar lo que estoy trabajando para luego aplicarlo de una manera coherente y consecuente con la persona que soy. Actitud para mantener ese esfuerzo de manera permanente en el tiempo, día tras día, semana tras semana. Y visión para darle sentido a nuestra formación, a la vida que vivimos y encontrar la respuesta a la pregunta que deberíamos hacernos cada uno que es para qué hago esto o aquello, qué sentido tiene esta tarea, este trabajo, para mí y para las personas con quienes estoy.

Y con todo, daríamos con la respuesta a por qué hacer todo esto de esta forma, porqué ser un número uno, que no es otra que aquella que consiste en entender que todo cuanto hago lo llevo a cabo de esa forma porque entiendo que es lo correcto. Hacer lo correcto sin esperar nada a cambio, solo porque entiendes que es tu responsabilidad ya no solo como profesional, sino como persona, que trasciende a todo. Ser un número uno no es necesariamente acaparar portadas, likes o patrocinio de marcas; tiene más que ver con lograr hacer un poquito mejor la vida de las personas que están a tu lado.

Ser un número uno, para mí, tiene más que ver con tener la capacidad de trabajar, de esforzarte cada día por mejorar, por seguir creciendo, para de esa forma tener algo que ofrecer o dar que pueda servir de estímulo o palanca de crecimiento para quienes están contigo. Está más relacionado con mantener la humildad día tras día como dijo en la rueda de prensa post partido Giannis Antetokounmpo enfocándote exclusivamente en el presente, evitando el ego por lo que lograste en el pasado o la prepotencia de dar por hecho lo que puedes llegar a conseguir en el futuro generándote falsas expectativas. Y por último, pero no por ello menos importante, ser un número uno exige también decir siempre la verdad. Esa es la única manera de ser coherente y consecuente con aquello que defiendes, con tus valores innegociables y mantenerlos hasta las últimas consecuencias. Decir la verdad es respetarte a ti y respetar a las personas que quieres, demostrarles lo importantes que son para ti a cada instante y que todo lo que haces es con un cariño y un amor que es auténtico, verdadero y honesto.

Como muy bien decía Arthur Schopenhauer, «así es precisamente la vida: sólo podemos perseguir seriamente y con fortuna un anhelo, sea placer, honor, riqueza, saber, arte o virtud, cuando renunciamos a cuantas pretensiones nos alejan del mismo. Por eso, justamente, ni el mero querer ni el mero poder resultan suficientes, sino que un hombre debe saber también lo que quiere y lo que puede: así mostrará carácter y podrá hacer algo a derechas.»

Que tengáis una muy buena semana, un fuerte abrazo y disfruten tanto como puedan de cada segundo.

«La racionalidad es la virtud básica del hombre, la fuente de todas sus otras virtudes. El vicio básico del hombre, la fuente de todos sus males es el acto de desenfocar su mente, la suspensión de su consciencia, que no es ceguere, sino negarse a ver, que no es ignorancia, sino negarse a conocer. La irracionalidad es rechazar la herramienta de supervivencia del hombre y, por lo tanto, es adentrarse en un curso de destrucción ciega; lo que es antimente es antivida.»

(Arthur Schopenhauer)

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