Hace unos días iba de paseo con Bimba cuando nos encontramos con un hombre mayor, a quien prácticamente solemos ver todos los días andando por el parque de forma incansable y a la vez admirable. Estaba terminando de hacer las últimas dominadas en las máquinas, cuando Bimba decide que hay que ir a saludarle y con ello le saca la primera sonrisa a nuestro buen hombre. Le pregunto qué tal, cómo está, a lo que me responde que justo terminando de hacer su ejercicio físico, porque antes había estado andando y ya se marchaba para casa. Mientras me lo cuenta, le miro con admiración porque creo que hace falta mucha voluntad para mantener esa rutina día tras día con su edad y le digo que le veo muy bien, que le encuentro genial. Y aquí me regaló la reflexión del día: «Pues qué va hijo, no estoy tan bien. Me han detectado un tumor, me tienen que hacer pruebas y ver cómo hacemos. Pero tengo autocontrol, es la vida hijo; yo sigo caminando todos los días mi hora y media, hago mis 70 dominadas, mis ejercicios, me tomo mi cafetito y disfruto leyendo el periódico. Con eso soy feliz, con eso me vale.»
En cuestión de minutos este buen hombre me había recordado la importancia de la actitud, de querer seguir viviendo y disfrutando de lo que uno tiene, a pesar de que vengan mal dadas y de que la situación en la que nos encontremos para nada sea la deseada. Unida a esa actitud ante la vida va ligada de forma implícita, creo, la esperanza de que todo va a ir bien. Ser optimista en los tiempos que vivimos probablemente sea una tarea difícil, porque uno trata permanentemente de sobreponerse a lo que lee en las noticias, a lo que se escucha en la radio o a lo que se ve en el telediario (hace tiempo opté por no ver ni leer nada al respecto). Pero, precisamente por eso, uno debe agarrarse a la esperanza tan fuerte como le sea posible, porque como muy bien dice el autor Mungi Ingomane, en su libro Ubuntu: «Muchas veces, en los momentos más duros de nuestra vida, lo único que nos queda es la esperanza, y eso puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte. Nelson Mandela pasó veintisiete años como preso político en la infame cárcel de Robben Island en unas condiciones deplorables. Mientras estaba en prisión, su madre murió; más tarde, también falleció su hijo en un accidente de coche. No se le permitió asistir a ninguno de los dos funerales. Vivió día tras día en una estrecha celda de dos metros de ancho por dos y medio de largo de la que solo salía para hacer trabajos forzados en una cantera. Fue maltratado por los guardias de la prisión y sufrió daños en la vista como consecuencia del reflejo del sol en la piedra. Aún así, nunca perdió la esperanza.»
Si trasladamos esto al deporte, anoche el Real Madrid C.F. en su partido contra el Manchester City, hasta en tres ocasiones logró acortar distancias y mantener intactas las opciones para lograr el pase a la final de la Uefa Champions League, en el partido de vuelta que aún queda por disputar en el Estadio Santiago Bernabéu. El deporte, a través de actuaciones como la de ayer, o en deportes individuales con deportistas como Rafael Nadal, Carlos Alcaraz, Paula Badosa; no para de recordarnos que si hay algo que depende de nosotros es la predisposición a mantener la esperanza intacta, pase lo que pase, mientras sigo poniendo todo de mi parte para acercarme al objetivo, porque como muy bien dijo Borja Iglesias tras la consecución de la Copa del Rey por parte del Real Betis Balompié, «Me encantaría deciros que, cuando se trabaja mucho, siempre se consiguen las cosas, pero no es verdad. Sed buenas personas y las cosas estarán más cercas.»
Y para mantener esa esperanza intacta nada funciona mejor que enfocarnos en lo que nos mantiene vivos, ilusionarnos con el mero hecho de estar bien e ilusionar a quienes amamos de verdad de forma permanente; cuidar los pequeños detalles del día a día con un «gracias», un «te quiero» o un abrazo sincero, porque todo ello carga la batería de la motivación como nada. Nada funciona mejor, nada transmite más esperanza, que comportarnos cada día como una buena persona, respetando, amando y compartiendo. Quien da, quien se entrega, quien suma y multiplica, jamás se cansará del paisaje mientras dure el viaje. Un fuerte abrazo y que tengan una muy buena semana; nunca dejen de sonreír.
«Si hay luz en el alma, habrá belleza en la persona. Si hay belleza en la persona, habrá armonía en la casa. Si hay armonía en la casa, habrá orden en la nación. Si hay orden en la nación, habrá paz en el mundo.»
Proverbio chino
Hace tiempo, cuando yo era joven, si un viajero que estaba atravesando el país se detenía en un pueblo, no tenía que pedir comida ni agua. En cuanto paraba, la gente se la ofrecía y le daba conversación. Esta es una de las facetas del ubuntu, pero no es la única. El ubuntu no significa que hemos de dejar de lado nuestro propio bienestar. La cuestión es, ¿qué puedes hacer tú para apoyar a tu comunidad y ayudarla así a mejorar? Estas son las cosas que de verdad importan. Si eres capaz de hacerlo, habrás conseguido algo muy importante.»
Nelson Mandela