Todo cobra sentido

«No puedes unir los puntos mirando hacia delante; solo puedes unirlos mirando hacia atrás. Así que tienes que confiar en que los puntos de alguna manera se unirán en tu futuro. Tienes que confiar en algo: tu instinto, Dios, destino, vida, karma. Lo que sea. Este acercamiento nunca me ha decepcionado y ha hecho toda la diferencia en mi vida.» (Steve Jobs)

Hay momentos en la vida en los que uno percibe que todo empieza a cobrar sentido, porque todo el camino recorrido a base de no perder la esperanza, de seguir siempre hacia delante mirando con optimismo y tratando de sacar lo mejor que uno tiene dentro, te lleva a un punto de tu vida en el cual sientes que valió la pena. Pero no por una cuestión de ego o por un logro individual que ensalza tu autoestima; más bien porque ves un grado de felicidad en las personas que más quieres en tu vida que hace imposible no emocionarse.

Esta fue la emoción que sentí en numerosos instantes, con una fuerza increíble, durante todo el fin de semana en el que tuvo lugar nuestra boda, nuestro día; ese que con tantísima ilusión y emoción estábamos esperando. Ese día que, por más que te hayan dicho tus amigos que vas a sentirte de esa forma, vas a experimentar este sentimiento; da igual, hasta que no lo vives no eres realmente consciente de que lo que uno siente en ese momento supera a cualquier relato que te hayan podido contar. Es todo mucho más bonito que eso, es tremendamente maravilloso.

Es tan maravilloso que tiene ese punto de magia que perdura en el corazón para siempre, tanto que a día de hoy y escribiendo estas líneas me sigo emocionando como si estuviera allí, reviviéndolo de nuevo. Las sonrisas de mis amigos y esa emoción en sus ojos por poder estar todos juntos, por lo que íbamos a vivir desde el día de antes; las caras de felicidad de mi familia, mis primos, mis tíos, todos deseando disfrutar de ese día como niños; el recuerdo de quienes nos observaban desde el cielo; la sonrisa de mis padres desde el viernes y compartiendo juntos cada momento al máximo; la manera en la que fueron avanzando las horas hasta que me encontraba junto a mi madre esperándola a ella, a la mujer de mi vida. Ese momento inolvidable que tantas veces había soñado e imaginado, en el que entra en la catedral, vestida de blanco y agarrada del brazo de mi suegro y sientes que no puedes parar de llorar por una emoción tan bonita.

Porque ves su sonrisa, porque ves la manera tan mágica en la que brillan sus ojos, porque ese día se cumple nuestro sueño, ese día que tantas veces y durante tantos ratos nos hemos imaginado. El día en el que dices Sí, quiero, mientras la tomas de la mano, la miras a los ojos y sientes que no puedes tener más suerte, que no puede haber una suerte mayor que ver y sentir cómo es ese grado de amor con ella, de cariño, de confianza, de comprensión, de entendimiento, de conexión, es tan grande que la emoción por el momento que estás viviendo sabes que la llevarás contigo siempre, en tu corazón. Vivir, desde ese instante, para verla sonreír, para verla feliz, para crecer y caminar juntos.

Y es justo, en esos instantes, cuando percibes que todo cobra sentido. Que realmente valió la pena cada paso que diste, nunca dejar de confiar en el proceso, en el camino, seguir sacando lo mejor de ti para ayudar a que otros brillen. Seguir sumando, seguir arrimando el hombro tanto como sea necesario, sin poner una sola excusa, sin titubear, sin dudar de ti; siempre hacia delante y con ganas de más, de seguir creciendo y compartiendo momentos con esas personas tan especiales que forman parte de tu vida. Son esas mismas personas quienes ese día, viéndote emocionado durante todo el fin de semana, en ese altar esperando a quien hoy es tu mujer, saben lo importante que es para ti y se emocionan, lo sienten y lo viven como un día mágico, inolvidable y que llevaremos en el corazón para toda la vida.

Porque para mí la vida va precisamente de eso, de vivir momentos irrepetibles mientras emocionas a tu mujer, a tus padres, a tu familia, a tus amigos, en definitiva a quienes tienes en tu corazón y los cuidas con detalles sencillos pero sinceros. Nunca es tarde para decir «te quiero», para dar un abrazo o un beso de verdad, para dar las gracias porque te siguen queriendo y cuidando de ti, valorando todo lo que uno tiene y exprimiendo cada instante como si fuera el último. Vivir para sentir, sentir para emocionarse y emocionarse para sentirse vivo a cada instante, amando y cuidando a quienes están a nuestro lado.

Que tengáis una muy buena semana y por favor, nunca dejéis de caminar hacia delante. Un fuerte abrazo.

Fotografía: @ernesto.naranjo

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s