Esta misma cuestión me la planteó mi amigo Alex hace unas semanas, y ayer que nos volvimos a juntar con su chica y mi buen amigo David, otra vez salió la cuestión a escena. Además, volviéndome a repetir la misma frase: «Cava, esto da para un post.» Pues sí, tienes toda la razón, y hoy es el día en el que convierto esa pregunta, cuestión, traducida en post.
Enfocándonos en la pregunta, la primera conclusión a la que llegamos es que no significan lo mismo ambos escenarios. El primero parte de la premisa de que solamente aprendo si gano, y con ello descarto cualquier posibilidad de aprendizaje en la derrota. Por el contrario, si atendemos a la segunda parte puede ser engañoso porque el primer verbo que aparece es «ganar». Si tengo que quedarme con una de las dos (y sé que Alex cuando lea este post, estará esperando que me «moje» al respecto), decido quedarme con la segunda parte: Ganar aprendiendo. ¿Por qué?
En primer lugar, porque al verbo ganar le va implícita una manera muy concreta, que es «aprendiendo». Además, me recuerda a lo que decía Álvaro Merino acerca de la victoria y la derrota, consistente en que parece que de la victoria uno no puede aprender, cuando en realidad la victoria en sí es una palanca tan potente como el aprendizaje, o incluso mayor, que la derrota. Continuando con la explicación, si va implícito aprender, es que estamos en el camino correcto hacia la victoria, puesto que damos importancia al proceso, al crecimiento diario, a la atención a los detalles, para acercarnos lo máximo posible al objetivo: Ganar. Porque no nos engañemos, jugamos para ganar, y creo que no es pecado decir esto, más bien es ser honestos con uno mismo.
Dicho esto, ¿cómo se desarrolla ese aprendizaje en ese contexto marcándonos el objetivo de ganar? Según Daniel Pink, «existen tres factores que generan motivación en un ser humano: maestría, autonomía, y propósito. El propósito crea una conexión emocional compartida en un grupo de personas. La autonomía se produce cuando esos miembros tienen control sobre su destino. Y la maestría se vincula a esta pregunta: ¿Cómo hacen los líderes para crear un entorno que brinde oportunidad para el crecimiento personal y el desarrollo profesional?». Y aquí aparece una palabra clave: entorno.
El entorno tiene mucho que ver con la estructura de la organización, y aquí Alfred Chandler (ganador Premio Pulitzer) escribió al respecto que «la estructura sigue a la estrategia». Por tanto, una estructura incorrecta producirá, en los hechos, una estructura incorrecta. En el caso concreto de los AllBlacks, el diseño de la estructura de su sistema de aprendizaje está comprendido por múltiples niveles de organización. Graham Henry señala que «durante años, la visión inspiradora fue la Copa del Mundo, pero lo pusimos en claro dos años antes. Varias competencias oficiaron de peldaños para ganar y mejorar. Hubo una estructura continua de mejora del equipo, así como hubo una estructura continua de mejora individual.»
Por tanto, es clave crear un entorno de aprendizaje que haga crecer a los jugadores, a los profesionales, a cada instante, cada día, y cada semana. El aprendizaje, en un entorno desafiante, genera crecimiento, genera aciertos y también errores, propicia la comprensión, la escucha, el análisis, en las dos direcciones: tanto para quien guía esa enseñanza como para quien recibe ese aprendizaje. Por tanto, a mayor calidad en el mensaje, mejor asimilación del contenido, y en consecuencia, más probabilidades de ganar, de conseguir los objetivos marcados.
Si nos centramos en la unidad más pequeña, en la estructura más concreta como puede ser cada jugador, cada trabajador, aparece el concepto tan importante de ganancias marginales que fue clave tanto para el equipo de rugby de Inglaterra, como para el equipo de ciclismo británico. ¿En qué consiste este concepto? Básicamente, en palabras de Woodward, «que el éxito se puede atribuir a cómo un equipo trabaja junto bajo presión, cómo comprendían la importancia del trabajo en equipo y la lealtad, y cuánto estaban dispuestos a hacer cien cosas solo por un 1% mejor.»
En concreto, en el caso del equipo de ciclismo olímpico británico, esos detalles fueron:
- Cascos aerodinámicos a medida.
- Calzas, usadas para mantener calientes los músculos entre carreras.
- Indumentaria resistente a la transpiración.
- Alcohol rociado en las ruedas para acentuar la tracción en la largada.
- Almohadas hipoalergénicas para evitar resfríos.
Como muy bien afirma Graham Henry, «hablamos de un entorno de aprendizaje, y de que cada uno mejore y cada uno crezca cada día. Así, si cada jugador mejora un mínimo de 5%, 10%, 15%, el equipo va a mejorar. Si sumamos estos porcentajes colectivos, tendremos algo especial.»
Por tanto, como conclusión personal con todo lo leído hasta el momento en libros, artículos, sumado a mi experiencia como profesor, entrenador, creo que cuanto mayor es la calidad del aprendizaje que transmitimos a nuestros jugadores, trabajadores, alumnos, mejor es su crecimiento, y por tanto, las probabilidades de ganar aumentan. Pero enseñar no es la mera transmisión de conocimientos. Enseñar es ser capaz, además de compartir contenidos, transmitirlos con verdadera pasión haciendo sentir que verdaderamente crees en ello, que crees en el proceso, que crees en el camino que se está recorriendo, y lo más importante, que crees en ellos.
Enseñar, transmitir, diseñar entornos de aprendizaje, todas estas acciones tienen bajo mi punto de vista dos factores esenciales que van estrechamente unidos: el liderazgo invisible del docente, entrenador, o directivo; y nuestra mirada depositada en ellos. Una mirada que genere confianza para volver a creer en sus posibilidades, una mirada que verdaderamente mientras les hablas les digas que adelante, que hay que ser valientes, que hay que intentarlo si realmente lo queremos y lo deseamos, porque nadie ha conseguido nada a base de miedo. Los objetivos, los partidos, las ventas, se obtienen a base de confianza y credibilidad, valentía y emoción, constancia y solidaridad.
Confianza en todos y cada uno de los componentes, haciéndoles sentir ese grado de credibilidad. Valentía recordándoles que si el proceso está bien diseñado, los pasos en el orden correcto, y los peldaños se suben de uno en uno, los objetivos siempre llegan pero que esto se debe acompañar de emoción. Emoción que uno siente por ver cómo cambia cada día, y cómo te vas transformando en la persona que querías ser, al mismo tiempo que acompañas a quienes están a tu alrededor en esa transformación. Constancia para saber, como dice el lema que tengo en mi pantalla del móvil: Si te rindes hoy, de nada sirvió el esfuerzo que hiciste ayer. Sé imparable. Y solidaridad, para recordar cada día de tu vida, que sin el resto no somos nadie, que todos necesitamos de todos.
Que tengan una muy buena semana, un fuerte abrazo, y sigan creciendo lo máximo posible.
«No son las montañas que tienes por delante las que te fatigan, sino la piedra en tu zapato.» (Muhammad Ali)
«Levántense cada día y sean lo mejor que puedan ser. Sean los mejores del mundo…entreguen todo lo que tengan por cada segundo de cada minuto de los siete partidos que van a jugar. No pueden más-ni menos-que eso. Muchachos, nunca dejen que la música se apague en ustedes.» (Jock Hobbs)
«Cuando el entorno está dedicado al aprendizaje, el resultado llega solo. Los líderes son maestros, nuestra tarea es guiar a las personas a través de la incertidumbre y la confusión hacia el autoconocimiento y el dominio de sí.» (Bill Walsh)
«Lo que dejas atrás no es aquello que queda grabado en los monumentos de piedra, sino lo que queda grabado en las vidas de otros.» (Pericles)