Gestos sencillos, sonrisas enormes.

El pasado verano era la segunda vez que pasábamos unos días en Mojácar, porque cada año nos gusta compartir unos días de verano para poner todos los asuntos al día, y desconectar absolutamente de todo. En el hotel donde nos alojábamos volvimos a ver a Mahamadou (le pusimos »Mahama», mote cariñoso), una persona que terminó por ganarse nuestro corazón y cariño. Era sensacional verle cada instante, de cada día, con una sonrisa espectacular a todo el mundo, salía de la cocina donde trabajaba para regalar un beso, un abrazo, a cualquier niño que se lo pedía, conectaba de manera increíble con todas las personas, pero los niños eran una debilidad para él. 

Tal fue el cariño con el que nos trató, que se me ocurrió una idea. Tenía en el coche dos trofeos que ganamos en una competición de fútbol hace dos años, de modo que fui a por uno de ellos, corté un trozo de cartulina para ponerlo y pegarlo como título del trofeo, y en él escribí: »Para la persona más increíble de Mojácar.» Y la penúltima noche, cuando fuimos a cenar, me acerqué, y se lo di diciéndole que era para él, porque se lo merecía. Más tarde, desde la terraza, vi cómo emocionado enseñaba el trofeo a todas las personas que tenían un comercio allí en el complejo hotelero, fue a mostrárselo a su jefe, y veías en su cara una emoción tal, que no me esperaba en absoluto. 

¿Alguna vez nos hemos parado realmente a pensar que un simple detalle, a quien se lo merece, le puede sacar una sonrisa enorme? ¿Nos sentimos afortunados de las personas con quienes compartimos nuestra vida? ¿Valoramos un simple »buenos días» de quien se acuerda de nosotros, un »cómo estás»? Tenemos un poder increíble para hacer feliz a quien nos quiere, simplemente siendo agradecidos por todo lo que nos dan sin esperar nada a cambio. No es tan difícil ser original, tan sólo hay que querer serlo, pero lo que sucede es que a muchos les puede más su vergüenza, su timidez, su falta de personalidad, les puede más el »qué pensará cuando lea el mensaje», que ver su reacción.

No hay nada más bonito que ser que ser auténticos/as, porque reconociendo nuestros valores más profundos podemos comprender el tipo de persona, de líder, que somos, y en consecuencia el tipo de persona que deseamos liderar. La autenticidad es la marca de un verdadero líder, la cual comienza con dos conceptos como son honestidad e integridad. La honestidad nos permite acceder a una visión verdadera de nosotros mismos, mientras que la integridad consigue que el trabajo, el ocio, nuestra vida en definitiva quede realizada de la mejor manera posible.

Si nuestros valores, pensamientos, palabras, y acciones están alineados, entonces nuestra palabra será nuestro mundo. Conociéndonos a nosotros mismos, viviremos nuestra visión; en consecuencia, seremos capaz de conocer a otras personas de una manera auténtica, profunda, y sincera, viviendo con ellas instantes, momentos, que son sencillos pero que suelen transcurrir entre sonrisas enormes.

Te deseo un feliz Domingo, y que disfrutes al máximo de la semana que está a punto de comenzar. Un abrazo fuerte, honesto, y cariñoso.

samaras

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