Cuando tenía 10 años, y gracias a mis padres, nos dimos cuenta de que algo no iba bien en lo que a mi audición se refiere. Teniendo en cuenta que ya de por sí, el hecho de tener un solo oído en casi completa funcionalidad (en el oído izquierdo tengo una pérdida de agudos) dificultaba mi capacidad de comprensión del mensaje, existían una serie de situaciones en las que no conseguía entender prácticamente nada las explicaciones de los profesores. Fuimos conscientes de ello cuando empezaron a llegar algunas notas de ejercicios semanales, sobre todo en matemáticas, y nos dimos cuenta de que yo no sabía aplicar los conocimientos matemáticos porque directamente no escuchaba y lograba entender las explicaciones del profesor, en consecuencia me era imposible hacerlos por mí mismo.
Empecé a darme cuenta de que había determinadas situaciones en las que partía con una desventaja muy grande con respecto a mis compañeros, como por ejemplo simplemente cuando el profesor se giraba, cuando realizábamos pruebas de dictados en lengua, al practicar los listenings en inglés, ¿saben por qué? Porque en todos esos contextos me era imposible leer los labios. Sin darme cuenta, imagino que por puro instinto de querer salir adelante, había aprendido a leer los labios por mí mismo sin que nadie me enseñase. Y no sólo eso, sino que además había aprendido a fijarme en las facciones de la cara, los gestos que realizan las personas, fijarme en sus ojos, su respiración, el movimiento de su labios, los gestos de su boca, en definitiva, había aprendido a estudiar el lenguaje corporal, para complementar con información no verbal el contenido que recibía por mis oídos para poder recibir y entender el 100% de la información que me enviaba la persona que estuviese hablando en ese momento, ya fuese un profesor, un entrenador, un amigo, porque sino era imposible para mí enterarse de todo completamente bien.
¿Saben lo que esto supuso para mí? En aquélla época pasar muchos malos momentos, que te pusiesen la etiqueta de ‘’el que nunca se entera’’, ‘’es que no prestas atención’’, ‘’hay que repetírtelo todo’’, entorpecer el ritmo de la clase porque tenían que repetirlo todo con lo que ello suponía; algunos profesores llegaron incluso a decir que no me esforzaba lo suficiente, que me distraía mucho. Llegué al punto de que, una noche cuando me iba ya a dormir, preguntarle a mi madre: ¿Por qué tengo la orejita derecha pequeña mamá?, a lo que me contestó dándome la primera lección: ‘’No pasa nada hijo, eso no le quita valor a la persona que eres. Todos nacemos con características particulares porque nadie es perfecto, la perfección no existe. Y créeme, hay problemas mucho más grandes, no te preocupes, y no le des importancia.’’
Y qué razón teníais tú y papá… No sólo aprendí a leer los labios, sino que poco a poco empecé a ser cada vez más observador, fijarme en los rasgos de la cara, en los labios, el brillo de los ojos, el movimiento de los mismos, cómo mueve las manos cada persona, en definitiva, su lenguaje no verbal…interpretar el verdadero estado de ánimo de cada persona con la que hablo, analizar cada detalle de mi entorno para obtener la mayor cantidad de información posible.
Por otro lado, la vida me ha enseñado que si tienes una desventaja la puedes llegar a suplir con trabajo, esfuerzo, constancia, humildad, ilusión, ambición, motivación extra, y aprendes que toda tu fuerza está en ti. A valorar también que no todo siempre tiene que estar bien, que no todo te va a venir de cara, por lo que cuando las circunstancias se den, disfruta de la sencillez del momento, de lo que tienes, de la persona con quien estás, porque somos más afortunados de lo que imaginamos.
Johan Cruyff se sirvió de los bordillos para aprender a controlar el balón a la perfección en cada partido que jugaba en las calles de Amsterdam; Jose Antonio Marina nos dice que la vida es como una partida de póker, en la que no gana el que mejor cartas tiene, sino más bien el que mejor sabe jugar con las cartas que tiene. De modo que todos/as, insisto, alguna vez en algún momento de nuestra vida tenemos un problema, pero la clave no es cuán grande es, sino más bien nuestra capacidad para encontrar la manera de convertirlo en una ventaja.
»Cada segundo que vivimos es un momento nuevo y único del universo, un momento que jamás volverá… ¿Y qué es lo que enseñamos a nuestros hijos? Pues les enseñamos que dos y dos son cuatro, que París es la capital de Francia. ¿Cuándo les enseñaremos, además, lo que son? A cada uno de ellos deberíamos decirle: ¿Sabes lo que eres? Eres una maravilla. Eres único. Nunca ha habido ningún otro niño como tú. Con tus piernas, con tus brazos, con la habilidad de tus dedos, con tu manera de moverte. Quizá llegues a ser un Shakespeare, un Miguel Ángel, un Beethoven. Tienes todas las capacidades. Sí, eres una maravilla. Y cuando crezcas, ¿serás capaz de hacer daño a otro que sea, como tú, una maravilla? Debes trabajar-como todos debemos trabajar-para hacer el mundo digno de sus hijos.»
Pau Casals
»El triunfador es aquel que hace de sus triunfos sus amantes y de sus fracasos sus amigos.»
Jorge Escribano
Que tengan una muy buena semana, un fuerte abrazo.
Eres muy grande Pablo! Que privilegio que seas el entrenador de mi hijo!
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Mi hijo te kiere .sabrás kien soi .eres grande .Un punto crack
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