Cuando a Michael Jordan le preguntan qué es para él lo más grande del baloncesto, la respuesta suya es contundente: »Lo más grande del baloncesto, para mí, es la pasión. El amor que tengo por él. Porque cuando tú amas algo, lo llevas al extremo con tal de mantener el amor. Eso es lo que hace el amor. El amor hace lo necesario para mantener esa conexión. Si no hubiera mantenido este amor, hubiera sido imposible haber alcanzado todas estas cosas de las que hemos estado hablando. Y es este amor el que me ha llevado a ser el mejor jugador de baloncesto que podría ser. Ser el mejor en algo implica que tienes que sentir un amor desmesurado para sortear todos los obstáculos que se van poniendo en tu camino. Esto es lo que es el baloncesto para mí.»
Ahora cambiamos de contexto, de entorno, nos trasladamos a la isla de Gran Canaria, con Boateng, jugador de las palmas de la UD Las Palmas: ‘‘La gente olvida que el fútbol se trata de amar el juego.» Es para, mínimo, reflexionar sobre ello. Estamos inmersos en darle demasiada importancia a otros aspectos, que normalmente tienen que ver con aquello que rodea a las personas, y tendemos a pasar por alto a ellas mismas, cuando en realidad son en este caso los jugadores, los que juegan. Todo el documental me hace llegar a una conclusión, no hay nada más potente que la pasión.
Y creo que eso se puede aplicar a todos los niveles de la vida, con tus amigos, con tu pareja, con tu familia, sentir y hacer sentir pasión por cada cosa que haces en la vida, ser feliz en definitiva. Con esto, y volvemos al ámbito del fútbol, no estoy pasando por alto la táctica, la técnica, la preparación física, el entrenamiento de porteros, la rehabilitación, los utilleros, no, en absoluto, porque además soy un firme defensor de atender hasta al más mínimo detalle, teniendo presente que en cada área deben estar los mejores profesionales. Pero con un objetivo, todo esto poniéndolo al servicio del futbolista, y no al revés.
Es decir, utilizo estas herramientas con el fin de que el futbolista disfrute en el campo, no para que éste haga lo que le ordene sin explicación y/o motivo alguno. Y el disfrute no excluye el deber, en absoluto, pero no puedo olvidar una máxima del golfista Miguel Ángel que dice aquello de »cuánto más disfruto, más éxito tengo.» Aquí, en el disfrute del jugador, de la persona, del trabajador, es donde radica todo nuestro éxito. ¿Por qué? Porque soy yo, como entrenador, como líder, el que se pone al servicio del equipo haciendo un ejercicio de humildad, de escucha, de análisis, de reflexión, para después con todo eso tener un argumento que convenza al jugador. Me viene a la cabeza estas líneas de Fernando Botella, »Escuchar es implicarte en lo que a otro u otros les importa. Escuchar es decir sin palabras que otros te importan. Escuchar es estar abierto a la colaboración esencial. Escuchar genera e impulsa la inteligencia colectiva. Escuchar es la piedra angular del afecto. Escuchar es el motor inicial de la ejecución. Escuchar es aprender. Escuchar para ser humildes, abiertos a recibir lo nuevo.»
De hecho, otra vez casualidad, Quique Setién en el documental comenta que »El único mérito que me otorgo es haber puesto a los jugadores en orden, y haberles convencido de que juntos somos mejores.» Convencer, influir (que nada tiene que ver con manipular) en su comportamiento hasta que logro una transformación; tal y como le ha pasado a Roque Mesa, otro de los protagonistas de este documental quien nunca había jugado en la posición en la que ahora lo hace, cuenta cómo Setién habló con él, le preguntó, y le mostró el reto de jugar porque estaba convencido de que tenía capacidad para ello. Argumentación, el poder de la conversación, de saber hacer las preguntas correctas, y dar las distinciones precisas (entendiendo por distinción identificar algo entre el total de las percepciones recibidas, es saber mirar más allá, es ver lo que otros no ven , como afirma Fernando Botella), es también parte del liderazgo que se entiende que debemos tener.
Resalta a la vista que todos, Jonathan Viera, Valerón, Boateng, Roque Mesa, Tana, en sus declaraciones tienen como palabra más repetida disfrutar, feliz, sin olvidar ni mucho menos sus responsabilidades como bien dice Quique, »que el jugador debe leer la jugada, anticiparse, moverse sin balón, porque si perdemos la posesión no es por culpa de quien la tiene, sino más bien porque no se le ofrece ninguna opción de pase.» En una frase está apareciendo inteligencia colectiva, sentimiento de responsabilidad para con el equipo, esfuerzo, ayudas, trabajo en equipo. La importancia del lenguaje, de lo que decimos, cómo lo decimos, y para qué lo decimos.
La importancia de sentirse escuchado, respetado, crea un sentimiento de pertenencia al grupo muy potente, que se traduce en una absoluta implicación por parte de todos los que lo componen, pero para ello hace falta…tiempo, mucho tiempo, para preguntar, callar, escuchar, conectar,…y volver a preguntar. Como bien decía Sara Lawrence-Lightfoot, en su libro Respect, »No fue hasta mucho más tarde cuando entendí el secreto de papá. Era respetado porque respetaba. Era escuchado porque escuchaba. Escuchaba y hablaba con el niño del cuarto de primaria de Spring Valley que trabajaba de limpiabotas de la misma manera que escuchaba y hablaba con su obispo o decano de la universidad. Realmente le interesaba siempre, de verdad, quién eras y lo que tenías que decirle.»
Por eso mismo quizás haya tanto de verdad en lo que nos dice Lao-Tsé: »El mejor líder es el que apenas se hace notar, no es aquel al que la gente obedece y aclama, ni al que todos desprecian. El buen líder habla poco, y cuando ha concluido su trabajo y alcanza su propósito, la gente dirá: lo hicimos nosotros.» Todo esto sin olvidar el marco incomparable de Gran Canarias, cuna de talento futbolístico, talento que se mueve a ritmo de música latina, con la intensidad del atrevimiento, del descaro aprendido en la calle cada tarde durante la tan bonita etapa de la infancia, y que respira con la firme de creencia de que uno puede llegar a ser lo que sueñe cada noche. Con este aroma canario me despido de ti, deseándote una feliz Nochevieja, y un mejor aún 2017, año impar pero terminado en 7, un 7 que implica talento, un talento que hace disfrutar al que lo realiza, y a quien lo ve desde la grada, un disfrute que hace que conectes tu parte emocional con tu corazón, con tu pasión, y que sientas aún más ganas de mostrar cada día de tu vida, del nuevo año 2017…tu mejor versión.
»Cometes más errores. Triunfas más.» (David Kelly)