»Míster, yo creo que estoy para jugar este sábado si tú lo crees conveniente, me noto muy bien». Con estas palabras, casi metiéndose debajo de mi brazo derecho , y mirándome con una sonrisa de oreja a oreja, me decía uno de mis jugadores que estaba listo después de una lesión que le ha impedido entrenar y jugar durante unas semanas, mientras abandonábamos el campo tras hora y media de entrenamiento.
En ese momento yo me pregunté, ¿por qué se tiende a perder esa ilusión de niño? ¿por qué dejamos de vivir los pequeños instantes de la vida al máximo posible, a medida que transcurre el tiempo? Existe una moda muy equivocada de no valorar lo que se tiene, hasta que se pierden, hasta que nos encontramos en el auténtico y maldito alambre, en el que de un lado lo tienes todo y del otro lado te puedes quedar absolutamente sin nada. ¿Por qué las personas sólo se dan realmente cuenta de cuánto tienen cuando, por un susto, están a punto de quedarse sin nada? Maldita pena que no sabes lo que vale la vida.
Ingenuo, estúpido, que siempre creíste que todo tenía que ir bien, que todo cuanto tienes es normal, cuando en realidad no hay mentira más grande que esa, de la misma manera que no hay verdad más grande que aquella que dice que la vida, es como la profesión de equilibrista, te puedes mantener o caer, no lo sabes, es impredecible, por eso hay que disfrutar del equilibrio siempre que puedas.
Hace poco, en todos los periódicos, salía en las portadas, noticias de deportes, el grandísimo jugador Aritz Aduriz, que juega en el Athletic Club de Bilbao, porque reventaba el récord de la Europa League, marcando 5 goles en un partido de esa misma competición. Unas semanas más tarde, se convierte en el jugador más veterano de la Selección española en marcar con la elástica del conjunto nacional. Y suma y sigue, no para. ¿Saben cuál es su edad? 35 años. Pero juega con la ilusión, en cada partido, de quien pareciese que fuese a debutar. Tener una ilusión, una causa, una meta, por la que entregar tu vida, por la cual te entregas al máximo.
Los AllBlacks, para dar un significado especial a por qué juegan para su país, se plantean la siguiente pregunta: ‘‘¿Cúal es mi tarea en el planeta? ¿Qué es aquello que es necesario hacer, que yo tengo conocimiento sobre ello, y que probablemente no suceda a menos que yo tome responsabilidad sobre ello?» La respuesta a por qué se plantean esta pregunta es sencilla: Porque se trata de hacer las pequeñas cosas de la mejor manera posible, ser cuidadoso con los detalles, cuidando de ti mismo y del equipo, es una cuestión de carácter y humildad; y esto recuerda a la frase de John Wooden: Las victorias son posibles con el talento, pero repetirlas en el tiempo es cuestión de carácter. Como entrenador, o jefe, no quieres un grupo de individuos, sino más bien un grupo que lo da absolutamente todo como equipo, y para ello debes darles una causa por la cual ellos quieran entregar su vida.
Y por último, porque cuando se lucha, se trabaja, se superan adversidades, eres sin darte cuenta motor de esperanza para muchas otras personas que lo están pasando tan mal, o peor que tú, y sólo por esa razón merece la pena vivir con ilusión máxima cada día de tu vida, con una sonrisa bien grande, siendo optimista, sin perder la esperanza de que puedes lograr todo cuanto te propongas. Del documental que abajo comparto contigo, sobre Adriano Malori (te recomiendo encarecidamente que lo veas, emociona), me quedo con la respuesta de Malori a esta pregunta: ¿Cuál es tu principal aprendizaje de todo esto? Que si quieres, puedes. Por ello, recuerda que puedes, pero sin ilusión es imposible, porque sin ilusión no somos nadie. Que tengas una muy buena semana, un gran abrazo.
Nuestros valores deciden nuestro carácter. Nuestro carácter decide nuestros valores.
Mejores personas forman mejores líderes.
Líderes conectan el significado personal, con un propósito superior para crear una creencia y un sentido de dirección.
Apunta a la nube más alta.