Hacer para que hagan

«Yo he aprendido mucho con los jugadores malos; mucho más que con los buenos. Porque con los malos tuve que esforzarme mucho más para encontrar la manera de ayudarlos a mejorar». Hace varios meses leía esta frase de Julio Velasco, y automáticamente se la mandaba a mi compañero Rubén porque me sentí totalmente identificado con ella. Ahora echando la vista atrás, en este momento en el que la temporada termina, me parece que tiene más peso y razón aún si cabe.

Ayer además se abría un debate bonito en twitter que giraba en torno a la pregunta de ¿qué es tener éxito?. Es una pregunta que suele salir sobre todo ahora, cuando se finaliza la temporada, y uno se puede preguntar si ha sido exitosa, o por el contrario ha terminado por ser un completo desastre. En mi opinión, creo que es una pregunta como bien decía mi buen amigo Goyo, muy relacionada con nuestra manera ser, con cómo entendemos esta profesión cada uno de nosotros.

En mi manera particular de ver esta profesión que tanto amo, siento que he cambiado mucho conforme han ido pasando las temporadas, pero siempre hay algo que ha prevalecido en mi: el cómo conseguimos los objetivos, la manera en la que intentas llegar al fin u objetivo que te marcas. Luego descubres que los equipos son líquidos, flexibles, que cambian, que maduran, evolucionan como un ser vivo, y por tanto es absurdo ponerse metas a tan largo plazo. Pensar que sólo tiene éxito el primero, el que gana el campeonato, es absurdo e incoherente.

¿Por qué? Porque de entrada solo gana uno, entonces mi pregunta es: ¿Los otros tantos equipos que quedan por debajo en la clasificación son unos fracasados? No es demagogia, es una realidad. Ni todo puede valer, ni todos los equipos son iguales, de la misma manera que los jugadores que componen cada uno de esos equipos son completamente diferentes. Por ese motivo, para analizar si hemos tenido éxito primero debemos tener muy claro cómo trabajamos nosotros, a qué damos importancia, qué es lo que prevalece en nuestra manera de gestionar el equipo, las herramientas que utilizamos, con qué fin usamos éstas, la comprensión y conocimiento que tenemos de nuestros jugadores, el nivel de sinergia que logramos alcanzar cuando juegan. Tú date cuenta de todos los factores que intervienen a la hora de ganar o perder, y  sin embargo tú fijándote simplemente en si asciendes o no.

¿Por qué digo todo esto? Porque es en la manera, en el cómo, donde radica la diferencia. Puedes ganar una liga, lograr un ascenso, y tener a media plantilla descontenta, hasta las narices de ti. O por el contrario, puedes quedar cuarto, quinto, séptimo, y lograr una transformación personal impresionante en tus jugadores que, irremediablemente, te lleva mira tú por dónde, al éxito que tanto ansiabas. Y tú sin saberlo, o sin querer darte cuenta, de que una vez más los grandes logros se consiguen atendiendo a los pequeños detalles cotidianos del día a día.

¿Cuáles son esos pequeños detalles? Vuestro comportamiento como entrenadores, día tras día, semana tras semana, así durante todo el año. No somos conscientes, ni de lejos, del impacto que tenemos en nuestros jugadores con nuestros comportamiento, de cuánto les enseñamos simplemente siendo el mejor ejemplo posible como persona, los valores que demostramos, tener respeto hacia todo cuanto te rodea, la manera en que les hablas, les miras, y les escuchas; debemos hacer un esfuerzo primero por conocerles, por entender cómo sienten, por qué reaccionan de una manera u otra, porque sólo a partir de ese punto estaremos en disposición de empezar a lograr esa transformación que deberíamos buscar (al menos nosotros, la hemos buscado cada año) en todos nuestros jugadores, insisto, en todos.

En ese encuentro personal que se produce con los jugadores comienza el desarrollo deportivo y personal de los mismos, se producen retos constantes, retos en forma de cambios de posición, de sistemas de juego, planes de juego diferentes para diversas situaciones de juego, planes en los cuales todos participan con las rotaciones (imprescindibles para que crean en ti, la confianza se genera con hechos), les explicas cuál es la función de cada uno, su misión para con el equipo en ese partido concreto. ¿Ves que buscamos ganar? Sí, como todos, no conozco a nadie que salga a un partido queriendo perder. Pero una vez más, la diferencia es la manera, el cómo tratas de conseguirlo.

En nuestro caso concreto podemos decir que este año ha dado para utilizar, en lo que a sistemas de juego se refiere, tres diferentes. Y si nos fijamos en las posiciones, exceptuando los dos porteros todos los jugadores han probado, al menos, dos posiciones, una más adelantada y quizás otra algo más retrasada, bien por necesidad o bien porque creíamos que podía suponer un reto de crecimiento bonito para él, para su aprendizaje. Todo ello sumaba al equipo, y el motivo es sencillo: porque ellos vieron que confiábamos plenamente en sus capacidades, que no es lo mismo que el resultado de sus acciones. Les pedíamos esfuerzo, generosidad, trabajo máximo en equipo, humildad, que sumasen lo máximo posible para el colectivo.

Y esto, haber construido un equipo, es sin duda lo que más me emociona cuando termino cada temporada, porque el esfuerzo de cada uno ya no suma, multiplica. Y, por qué multiplica? Porque, como bien dice Julio Velasco, «todo se trata de hacer para que otros hagan. De lograr convencer, para que hagan lo que tú crees que es lo más adecuado para el colectivo.» Sólo generando confianza logras que crean en ti, y generas confianza con tu manera de ser, con tu humanidad, tu liderazgo, tu persona. Porque como bien me decía una de las personas que más quiero, debemos valorar lo que vivimos y cómo lo vivimos con el fin de poder hacer balance de las cosas positivas y negativas que vivimos para que seamos más ricos en sabiduría y formación. Uno debe trabajar para uno mismo, hacer las valoraciones para sí mismo, y no para los demás, ni en función del resultado, porque al final te das cuenta de que lo más importante es aprender cuánto mejor puedas, para ser cada día un poquito mejor. Ese es el mejor camino para que, quienes estén contigo en un equipo, terminen también por ser un poquito mejores cada día. Todo lo bueno termina contagiándose. Algo similar, probablemente, sea lo más próximo para mí a tener éxito no sólo en un equipo de fútbol, sino más importante aún, en la vida.

Hoy uno de mis peques se ha sorprendido cuando le he dicho: «Ya puedes descansar bien esta noche, porque estás muerto de sueño.» El peque se gira, sorprendido de lo que le he dicho, y me dice: -.¿Cómo sabes que este fin de semana apenas he podido dormir? -. Porque si a estas alturas de la temporada aún no sé cuándo no estáis bien… eso sí que sería un fracaso enorme para mí como entrenador.» No hay nada más bonito que conocer a tus jugadores lo mejor posible, para ayudarles a mejorar lo máximo posible. Que tengáis una muy buena semana, e intenten ser un poquito mejor cada día, ésa es mi invitación. Un fuerte abrazo.

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«Sin credibilidad no hay liderazgo. El líder no es el que más sabe, es el que mejor cohesiona, influencia, desarrolla a las personas que de él dependen, entrena a un equipo, y anima a la acción. Las altas expectativas logran grandes resultados. El ejemplo es el mejor discurso y el único que no necesita palabras para explicar una conducta. Al final, un valor es una forma de conducta. No basta con tener valores, hay que convertirlos en HECHOS. Un hecho es una conducta materializada en una acción. No olvides jamás la máxima: Todo cambia, nada permanece.» (Fernando Botella).

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