Quitar lo que sobra

»El David siempre estuvo escondido en ese gran bloque de mármol, lo único que yo hice fue quitar las partes que sobraban». Esta frase cuyo autor no puede ser otro que Michelangelo Buonarroti (Miguel Ángel en español),  me fascinó cuando la leí por primera vez y me hizo plantearme numerosas cuestiones: ¿Tenemos capacidad de observar? ¿Sabemos detectar el potencial o talento de cada persona que tenemos delante? ¿De qué depende de eso? ¿Dónde termina la humildad y comienza el ego? ¿Por qué hay personas que siempre creen que cualquiera posee talento para algo?

Recuerdo estas líneas de mi amigo Óscar Cano, »Cuando se habla de formación y artesanía, rápidamente hemos de imaginar qué es lo que hace un artesano. Bien, pues el artesano lo que está viendo en una piedra a esculpir o en un trozo de barro a modelar son las posibilidades que tiene esa piedra o ese barro. Por lo tanto, la idea no parte nunca del artesano, sino que parte del objeto que quiere moldear o modular.» Los mejores profesores, los mejores entrenadores, son quienes son capaces de ayudar a descubrir a sus alumnos o jugadores las virtudes, fortalezas, en definitiva el talento que reside dentro de ellos.

Este proceso de búsqueda del talento en nuestros jugadores depende principalmente de dos factores: nuestra predisposición o mentalidad, y el contexto. Nuestra predisposición, nuestra mentalidad, entendida tal y como la denomina Carol Dweck, debe ser de crecimiento, entendiendo que todo cambia, nada es fijo ni absoluto, sino que en función de las interacciones que sufre el sujeto con el entorno que le rodea, mayor o menor será su crecimiento personal y profesional. Existen los prejuicios, los estereotipos, las experiencias de vida previas que cada persona ha vivido, todo ello conduce a esa persona a tener una visión concreta, definida, de qué entiende por miedo, por éxito, por cariño. Y nosotros, teniendo en cuenta todos estos elementos que forman parte del ser, debemos ser capaces de profundizar mediante el análisis, cuestionamiento, para llegar a descubrir ese talento.

En segundo lugar, el entorno en el que se desarrolle la actividad en cuestión, el contexto, debe ser estimulante, que le saque de su zona de confort por completo porque en el reto, en el desafío, en el descubrimiento, es donde encontramos el verdadero aprendizaje del jugador mientras se buscan las respuestas adecuadas para cada situación diferente del juego, un juego en el que se producen interacciones, relaciones, con otras personas ya sean compañeros, rivales, que cambian de posición constantemente, donde se presentan problemas, sentimientos de frustración, de miedo a fallar o cometer un error; y nosotros debemos darles las herramientas necesarias para que él o ella decida qué respuesta da a cada uno de esos estímulos.

Todo ello englobado por el liderazgo del grupo, entendiendo por liderazgo como »el arte de dirigir consiste en saber cuándo dejar la batuta para no molestar a la orquesta (Herbert von Karajan).» Estoy harto de escuchar lo importante que es la técnica, la táctica, la preparación física, la metodología, por la que muchos se creen auténticos masters, pero luego olvidan que dirigen un grupo de personas y esa es la mayor responsabilidad que tenemos cada día. Somos un modelo de vida, de trabajo, de ejemplo, de referencia, para el grupo que dirigimos y no hay mejor manera de liderar que mirando a los ojos, siendo honesto, claro, sincero, cercano, sabiendo escuchar para analizar, ser congruente y consecuente con lo que se dice en cada momento, ser predecible en tu manera de comportarte, porque todo ello transmite confianza, y este componente, confianza, es la base de todo.

Estoy cansado (en el buen sentido de la palabra amigo) de escuchar a Álvaro Merino que la base del liderazgo es la confianza, tanto la que generas como la que transmites. Y tiene una razón absoluta, porque esto o lo tienes o no lo tienes. El que es falso, el que se comporta de una manera distinta cada día, quien depende de ganar o perder para comportarse de esta o aquella manera, por muy buena que sea su metodología, por muy bueno que sea analizando rivales, no vale de nada porque actuando así habrás perdido la confianza de todos tus jugadores en cuestión de días. Es así, y como bien dice mi amigo Carlos, »puedes ser muy bueno diseñando sesiones, pero lo que marca la diferencia es tu persona, la manera en la que diriges y lideras a tus jugadores.» 

Y en esa manera de liderar a tus jugadores está tu capacidad de observarles, de escuchar, de detectar el talento de cada uno para ayudarle en el recorrido de ese camino hacia la definición y desarrollo del mismo, un talento que se une al equipo, a un grupo conformado por veinte, veintidós talentos, dirigidos en líneas de sacrificio, de esfuerzo, de respeto, sabiendo ganar y sabiendo perder sin menospreciar nunca al rival, siendo humildes pero incansables queriendo siempre mejorar más, desarrollando tu aprendizaje, un aprendizaje deportivo que afecta a lo personal, a la construcción de la persona, una persona que ayude de una manera u otra a hacer que nuestra sociedad sea un poco mejor. Todos somos Miguel Ángel, y todos tenemos delante un David por esculpir, es sólo que debemos saber verlo. Que tengan una muy buena semana, un fuerte abrazo. (Los vídeos, muy recomendables.)

»El placer del entrenador ha de ser el placer de un artesano, no el de un industrial. Somos artesanos de la enseñanza y la formación del deportista. El entrenador ha de ser feliz con el progreso de su deportista, no con el objetivo final que consiga. Feliz por el proceso, no por la victoria. Eso es lo que debe llenarnos de satisfacción. El primer placer es ver crecer a tus jugadores. Y el segundo es la victoria que se obtiene con esos jugadores.» (Julio Velasco)

»El problema del mundo es que los tontos y fanáticos están siempre muy seguros de sí mismos, y la gente más sabia está repleta de dudas.» (Bertrand Russell)

»Yo sólo busco dotar a mis jugadores de unos fundamentos de juego que reduzcan los riesgos al mínimo y potencien sus virtudes al máximo.» (Pep Guardiola)

»Ser formador tiene más que ver con no desperdiciar el talento que con proporcionarlo.» (Óscar Cano).

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Charla con Javier Mariscal

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