Uno de los aspectos más difíciles, en cualquier faceta de nuestra vida, es probablemente el diseño de un plan de actuación. ¿Qué entendemos por ello? Para mí, la capacidad de imaginar todos los escenarios posibles en un contexto determinado, en función de las personas que participen en el mismo, sus reacciones a un estímulo determinado, estudiando sus puntos fuertes y débiles, para saber cómo controlar la situación con el fin de conseguir los objetivos que me he marcado. Análisis, argumentación, reflexión, cuestionamiento permanente, todo envuelto en horas de trabajo impulsado por la ilusión de mejorar cada día.
Pero no es así, ¿verdad querid@ lector/a? Seguimos atribuyendo la capacidad de conseguir objetivos, o alcanzar metas, al talento, al azar, a la suerte, o a cualquier otro elemento menos al trabajo, lo cual dudo si es por pura desidia, complacencia, falta de valentía, o atrevimiento incluso. Sucede en la política donde ningún partido, y menos aún el que gobierna, quienes son incapaces de elaborar un plan elaborado de argumentación para la obtención de soluciones, en base a las necesidades que plantea nuestro país; y sucede en cualquier ámbito.
Centrándonos en el deporte, y más concreto en el fútbol por ser lo que más visualizo por ser el contexto en el que trabajo, hemos podido ver últimamente en varios partidos justamente eso, la falta de elaboración de un plan de juego que además incluya plan A, plan B, o plan C, por si se produjese alguna modificación durante el desarrollo del propio partido. ¿Por qué sucede esto? Hay dos opciones, bien por incapacidad, o bien porque se ha dependido total y absolutamente del talento de ciertos jugadores, quienes hasta entonces te han podido »solucionar la papeleta». Error, grave error.
El talento obviamente es un requisito para poder lograr, como conjunto, un determinado nivel de juego, pero no puede ser el único elemento. Al jugador hay que dotarle de recursos porque para eso está el entrenamiento, y el cuerpo técnico, para en cada entrenamiento diseñar todos los contextos en los que se va a ver inmerso durante el partido, el diseño de situaciones adversas, el planteamiento de retos y/o problemas para que se busquen soluciones, vivenciar la situación para que posteriormente sepamos qué hacer. Un barco, por muy bueno que sea el material del cual esté hecho, no llega a tierra si su capitán no sabe lo que es un timón, si desconoce el sentido del viento para orientar las velas.
Uno de los grandes ejemplos de éxito es el boxeador Muhammad Ali, quien fallaba en las medidas denominadas »los cuentos de la cinta métrica», pero que tenía en su mente su principal virtud o punto fuerte: »Estudió a su oponente y se dirigió a su yugular mental. No solo estudió el estilo de lucha de Liston, sino que observó muy de cerca la clase de persona que era fuera del ring: Leí todas las entrevistas que le habían hecho, hablé con gente que había estado cerca de él o había hablado con él. Me echaba en la cama y meditaba sobre todo eso; intentaba tener una imagen de cómo funcionaba su mente. Liston tenía que creer que yo estaba loco, que era capaz de cualquier cosa. No podía ver de mí absolutamente nada más que mi bocaza, ¡y eso era lo que yo quería que viera!.
Ese factor sorpresa no aparece por que sí, de la nada. Entra en escena ese factor porque, mucho antes, has preparado un escenario completamente diferente que lograr acaparar toda la atención de tu rival, de tu adversario, y cuando está completamente distraído, en ese momento preciso como si se tratase de la llegada del séptimo de caballería, se produce el toque de corneta: »Así nació el ecosistema perfecto para Müller, que se convirtió en un hombre libre en la zona de ataque, sin ninguna responsabilidad en la construcción de juego, salvo recibir balones de espaldas a la portería, controlarlos y pasarlos a los extremos. En realidad, es Müller quien »toca la trompeta»: cuando él cede la pelota al extremo, es la señal. En ese momento se inicia la carga.»
Y, ¿qué me dicen de Babe Ruth? Su físico estaba lejos de ser el ideal para alcanzar el éxito en un deporte como el béisbol, de hecho se decía que podía llegar a comer espectaculares cantidades de alcohol y alimentos. Pero…»sabía disciplinarse cuando tenía que hacerlo. Muchos inviernos trabajaba durante toda la temporada baja en el gimnasio para ponerse más en forma. De hecho, tras la temporada de 1925, cuando parecía que se hubiera venido a menos, funcionó. Desde 1926 hasta 1931 bateó .354, con un promedio de cincuenta home runs al año y ciento cincuenta y cinco carreras en las que bateó. Como dice su biógrafo, Robert Creamer, Ruth llevó a cabo la exhibición sostenida de golpes de mayor calidad que el béisbol haya visto nunca.»
Como bien dice Asier Gaditano, »las casualidades no existen». Con el talento no basta, se necesita de una planificación, un trabajo exhaustivo, un análisis de lo que podemos encontrar con todas las variantes y modificaciones posibles contempladas por nosotros, así como preparar nuestras posibles respuestas a dichas situaciones. No por tener talento implica que la victoria se pueda conseguir sin esfuerzo, sin trabajo, sino más bien estamos obligados a explotar dicho talento en su máxima magnitud para que no solo un jugador, también todo el equipo se vea favorecido de ese talento optimizado de cada uno de ellos. Porque, como bien dice Ruud Gullit, »un equipo es como un buen reloj: si se pierde una pieza todavía es bonito, pero ya no funciona igual.»
Disfruten del fin de semana, un gran abrazo, y sigan insistiendo en aquello por lo que pelean.
Cada vez que cometo un error me parece descubrir una verdad que no conocía. (Maurice Maeterlinck)
La clave del éxito sostenido radica en seguir creciendo como equipo. Ganar consiste en adentrarse en lo desconocido y crear algo nuevo. (Phil Jackson)
El día a día equivale a ser un artesano del rendimiento. (Roberto Olabe)
El modelo de juego es tan fuerte como el más débil de sus eslabones. (Fran Cervera)
Les recomiendo que escuchen la sección Activa tu talento, de mi buen amigo Álvaro Merino, porque siempre se aprende de él: