Nos acercamos poco a poco al tramo final de la temporada, donde cada equipo se la juega por conseguir alcanzar los objetivos marcados en rojo a principio de temporada. Una temporada que ha tenido altibajos, momentos buenos, muy buenos, pero también malos, muy malos, todo ello no sorprende a nadie, es más, se debió de tener en cuenta desde que arrancó la pretemporada. Lo defino como un tramo en el que se ven expuestas las carencias y los puntos fuertes a partes iguales de los entrenadores. ¿Cómo? En sus comportamientos diarios.
¿Por qué consideré siempre el liderazgo como la parte esencial de un entrenador? Porque probablemente, es mi humilde opinión, es ahora cuando más se necesita, cuando más se requiere, porque todo lo demás está desgastado. Con »todo lo demás» me refiero a la táctica, a la técnica, a la preparación física; todo ello cada semana se encuentra más al límite y por ello no es momento de »experimentos de laboratorio», de »innovar», o »apuntarse medallas». El equipo se debió trabajar antes, asimilar y afianzar planes de juego para las diferentes situaciones que se vayan presentando. Ahora lo que se requiere es máxima optimización de los recursos.
La solidez de nuestro liderazgo se observa en las decisiones que tomamos, en el comportamiento que ponemos en práctica cada día con lo que decimos y hacemos. La principal diferencia entre los equipos que consiguen, a pesar del cansancio, seguir ganando y los que cada vez se meten más en problemas, en la mayoría de los casos, es porque el grupo no cree en su entrenador. La credibilidad, la confianza en tu trabajo, es algo que cuesta mucho ganar pero por el contrario, se puede perder en un sólo segundo. ¿Cuáles son los factores que resultan determinantes, más aún si cabe en este momento de la temporada, en nuestro liderazgo? Para mí, son los siguientes:
–Ser predecible: Mostrarse de la misma manera día tras día, semana tras semana, sin variaciones de tu carácter independientemente de lo que acontezca a nivel deportivo. Este tipo de comportamiento genera confianza en el jugador, porque sabe cómo va a reaccionar su entrenador, su cuerpo técnico.
–Ser consecuente: Se debe recordar siempre que cada acto tiene una consecuencia inmediata, en lo que decimos en las ruedas de prensa, en las decisiones que tomamos en base a lo que sucede en el día a día. A cada decisión que tomamos debe venir precedida de una argumentación sólida, y contar con que se producirá una consecuencia inmediata.
–Ser coherente: La utilización y/o adopción de posturas diferentes en función del contexto en el que me encuentre, sumado a la variación del mensaje que lanzamos, repercute de manera directa en nuestra credibilidad. Es decir, no puedo lanzar un mensaje de puertas para fuera, y luego en el vestuario de puertas para adentro, mostrarme totalmente diferente. El jugador analiza cada detalle, estamos observados en todo momento, y en el momento que fallamos, que no somos coherentes, pierde toda la confianza que depositó en ti.
–Ser honesto: Una verdad puede molestar en el momento, pero una mentira duele toda una vida. Si somos incapaces de ser honestos con nosotros mismos, es inviable que seamos honestos con las personas que lideramos. Los conflictos se solucionan afrontándolos de cara, sin mirar a un lado o evitándolos, porque como dice Álex Rovira, »las ventanas que se rompen hay que repararlas de inmediato.»
–Ser humilde: Hay una frase que me encanta referida a este aspecto, »El arte de dirigir consiste en saber cuándo hay que abandonar la batuta para no molestar a la orquesta» (Herbert Von Karajan). Estamos para servir, para suministrar las herramientas idóneas a nuestros jugadores con el fin de ayudarles a que muestren su mejor versión. Es una cuestión de hablar en plural, de que domine el »nosotros» sobre el »yo».
Todos estos factores permiten al entrenador optimizar el rendimiento de sus jugadores, modificando ciertos detalles de los planes de juego ya existentes, y sabiendo que ellos los van a poner en práctica. ¿Por qué? La respuesta es tan sencilla como compleja: Porque creen en ti, porque se lo has demostrado con tu comportamiento durante todo el año, actuando como una persona íntegra, con valores, honesta, cercana, y consecuente con sus actos, nunca evitando responsabilidades. Y esto, probablemente, sea lo más difícil para un entrenador en lo que a un equipo de fútbol se refiere, y perfectamente se puede llevar al mundo de la empresa.
Conforme la temporada o el año avanza debemos tener presente que el cansancio es mayor, el desgaste normalmente hace que la paciencia de las personas con quienes trabajamos sea menor, la capacidad para asimilar conceptos nuevos también disminuye, y pueden más la motivación y ambición por ser mejor jugador cada día, el orgullo, el sentimiento de responsabilidad, por hacer las cosas bien. Pero para que todo esto salga a escena, se vea reflejado en los jugadores cada Sábado o cada Domingo, previamente debe existir un desarrollo de un liderazgo sólido por parte del entrenador y todo su cuerpo técnico. Que tengan una muy buena semana, siempre tratando de mostrar su mejor versión, e irradiando luz con más fuerza que nunca. Un fuerte abrazo.
«La verdadera originalidad no busca una nueva forma, sino una nueva visión.» (Edith Wharton).
«Hay una forma de conocimiento no racional, que conoce lo que la razón no conoce, el espirit de finesse, la razón del corazón, intuición directa (sentir, comprender), que penetra donde la deducción no puede llegar. Pascal llega a estas cuestiones a través del análisis de la condición humana.» (Michele Federico Sciacca).
«Triste discípulo aquel que no supera a su maestro.» (Leonardo Da Vinci)
«Hay muchas formas de ganar y pocas formas de gustar.» (Rodrigo Zacheo)
«Un pensamiento táctico, cualquiera que sea, necesita un jugador de excepción que verdaderamente lo interprete. Porque nadie lo interpreta mejor que él. Tal vez porque sea jugador…y¡artista! Una cosa es el sabio que domina la ciencia creada; otra, el artista que lo recrea y reproduce. Una cosa es la razón que sabe distinguir; otra, el corazón que sabe intuir y unir. Por eso, ¡el corazón tiene razones que la razón no entiende!» (Manuel Sérgio Vieira).