Todos necesitamos luz

«Con seguridad no hay otra cosa que el propósito único del momento presente. Toda la vida de un hombre es una sucesión de momento tras momento. Si uno comprende completamente el momento presente, no habrá nada más que hacer, y no quedará nada por perseguir.» (Yamamoto Tsunetomo)

Hay quienes pueden vivir en el pasado, mientras que otros miran al futuro con excesivo optimismo creyendo que es ahí en ese espacio de tiempo donde se encuentran todas las soluciones, lo cual creo que es un grave error. La única realidad que vale es el momento que vivimos, y lo más sensato quizás sea construir el futuro inmediato en base al instante que vivimos, mirando en nuestros apuntes de la vida para aprender de los errores (mal llamados fracaso, porque el único fracaso es no intentarlo) que hemos cometido con el fin de mostrar nuestra mejor versión.

A veces puede suceder que lo de tratar de mostrar nuestra mejor versión no sea tan fácil como parece, porque los comienzos suelen ser por lo general difíciles, instantes de dudas, de fragilidad. Por ejemplo, los equipos que he tenido la suerte de entrenar hasta ahora exceptuando uno, todos empezaron «mal» en lo que a resultado se refiere. ¿Por qué? Porque siempre sucede lo mismo, nervios, miedo a atreverse, miedo a ser valiente, miedo a tomar decisiones, falta de confianza en uno mismo. Factores que sólo el tiempo y el trabajo diario es capaz de mejorar.

¿De qué manera hemos conseguido siempre revertir la situación? Centrándonos en el momento presente, en la confianza, y adoptar un estado de ánimo situado en el término medio. Ser feliz cuando se está muy bien, pero ser feliz cuando quizás no estamos todo lo bien que quisiéramos es una de las claves para lograr revertir las malas rachas que todos atravesamos. Recuerdo una frase de Marcos Jiménez, referente a la gestión de equipos: «Al jugador tienes que darle vidilla cada día, tienes que engancharle, enchufarle. Porque cada uno viene con mil problemas, cansado del trabajo de todo el día, y aún con todo viene aquí a entrenar con el equipo e intentar dar lo máximo.»

Muy relacionado con esto último, Rita Pierson afirma que todo es una cuestión de relaciones, donde la diferencia está en cuánto de grande es tu capacidad para conectar con las personas, para dejar huella, para hacerla sentir de tal manera que un día te diga: «Sabe Mrs Walker, usted cambió mi vida. Me hizo sentir que era alguien, cuando en el fondo sabía que no lo era.» Todos, absolutamente todos, necesitamos de un campeón, de un referente, de una luz que brille con fuerza para que nos guíe en el camino adecuado en nuestro crecimiento personal, porque nadie nace sabiendo de todo.

De hecho, creo que uno es producto de las decisiones que toma, y esas decisiones las toma en base a la vida que ha vivido, una vida que vive en base a las relaciones personales que con el tiempo ha sido capaz de consolidar, fomentar, cultivar, y cuidar con sumo detalle. No es una cuestión de regalos, es una cuestión de gestos sencillos pero diarios. Si yo le preguntase de quién se acuerda especialmente, probablemente no sabría quién es la persona en la que está pensando, pero sí imagino el motivo: Porque confió en usted, a pesar de las circunstancias fue una persona leal que siempre estuvo a su lado.

Quizás suene demasiado brusca la frase, pero recuerdo una que enuncia Sir Alex Ferguson en su biografía Leading: «Seis personas son suficientes para llevar un ataúd, por tanto seis personas es un número suficiente de personas leales que uno puede tener a su lado durante toda su vida». Quitándole un poco de drama a la frase, el significado potente que extraigo es que lo realmente importante, es la calidad de nuestras relaciones, no la cantidad.

El legado que uno puede dejar en un futuro no está basado en el dinero, ni en las propiedades, sino que tiene más que ver con los corazones que llegaste a tocar, las sonrisas que pudiste llegar a sacar, el brillo que devolviste a esos ojos tristes que una vez te miraron, y esto se consigue tratando de ser la mejor persona posible, lo cual no implica «caer bien» a todo el mundo. En absoluto, tiene más que ver con una manera de ser y una personalidad auténticas, unos valores y un código ético innegociables.

A modo de conclusión, sería bueno que recordásemos cada día dos aspectos importantes: ser humildes y responsables. Humildes porque sin el tiempo que otras personas han invertido en nosotros, no seríamos ni de lejos la persona en quien nos hemos convertido. Y por otro lado, sentir la responsabilidad que tenemos como personas de transmitir el mejor legado posible a las generaciones futuras, en forma de educación, aprendizaje, experiencias, transformado todo ello en momentos inolvidables.

Quería compartir contigo estas líneas, para terminar el post de esta semana:

«Algunos se crean sus propios mundos y otros nos inventamos nuestros propios universos. No hay que pensar en pequeño, debes crear el universo de tu mundo. Y para ello necesitas crear tu círculo de fuerza, tu archipiélago de sinceridad. Tener alrededor a esa gente única que te da energía. Somos energía y debemos buscar energías que nos den fuerza y jamás nos mientan. Si no lo haces, no estás vivo. Si no buscas, si no compartes y, sobre todo, si no das, te quedarás en un mundo pequeño y te volverás insignificante. Y recuerda que un universo lo pueden formar tan sólo dos personas.» (Albert Espinosa)

«El éxito no es el final, el fracaso no es fatal: es el coraje de continuar lo que cuenta.» (Winston Churchill)




 

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Un comentario

  1. David Heco · octubre 16, 2017

    Grande Pablo!!!

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