«¿Podemos quitarle la grapa al examen? Es para no estar todo el rato dando la vuelta al papel, por comodidad.» Esto me lo decían en la vigilancia de un examen el sábado, y no es necesario que diga quién lo dijo porque lo interesante está ahí, en el contenido y trasfondo de esa frase. Es de esas veces que uno sabe que ya tiene el título, y el guión, de su próximo post delante de sí cuando vive un determinado instante. Por comodidad.
Inevitablemente me acordé de la frase que me dijo un buen amigo, Manu, que consistía en que «tener proyectos es la mejor manera de conservarse joven, la ilusión que genera lo exige». Por tanto, si queremos tener proyectos debemos quitarnos de la mente la idea de la comodidad, la idea de obtenerlo todo con el menor coste posible en cada instante que vivimos en nuestras vidas. Si observamos, todas las últimas aplicaciones que han aparecido a bombo y platillo generan un confort, una comodidad, fuera de lo común. Aplicaciones para comprar ropa, para comprar comida y que te la lleven a domicilio, aplicaciones para comparar esto y aquello; nos hemos cargado en cuestión de pocos años el proceso mediante el cual obtienes un producto.
Es cierto que generan facilidades, pero más allá de eso, lo que está propiciando es comodidad y quitando tiempo que puedes compartir con tu familia, con tu pareja, mientras recorres ese proceso, el de ir a hacer la compra por ejemplo, o el de irte a comer fuera porque antes o después queréis aprovechar para visitar un lugar concreto dando un paseo. Todo eso, queda ventilado y eliminado de un plumazo. Por comodidad. Porque la comodidad te hace permanecer en esa zona tan cómoda, tan confortable, de la que no te quieres ir pero que, por otro lado, no paras de quejarte por el compañero, por la cantidad de trabajo, por el horario, por la lejanía del gimnasio, porque tienes que subir escaleras, porque bla bla bla… ¿No te gusta? Cámbialo, pero asume las consecuencias.
Y eso es precisamente, lo que no estamos dispuestos a asumir, las consecuencias de ser el motor de cambio sea el proceso que sea en el que estemos inmersos. Porque generar un cambio implica adoptar un nuevo patrón de conducta, querer enfrentarte a situaciones nuevas que sabes que no vas a controlar, que quizás hasta generen más trabajo, más nervios y más intranquilidad por asumir retos nuevos, en contextos diferentes, en los cuales ya no estás tan cómodo como antes. De hecho, hay una frase muy dada al uso que es: «Si algo funciona, no lo toques.» Y esa, querido lector, es una de las grandes mentiras que te pueden contar.
Porque por mucho que funcione, sea lo que sea, la sociedad, el contexto, cambian a una velocidad de auténtico vértigo de modo que, o modificamos nuestra marca, nuestro producto, nuestra persona, nuestra versión, o nos estamos quedando estancados. Y si te quedas en el sitio anclado, luego no te quejes porque estabas avisado. Los AllBlacks siempre tienen presente este lema: «Cuando estés en el top de tu juego, modifica tu plan de juego. Busca el hueco.» Es un cambio de mentalidad, y de paradigma, absolutos. Es tener siempre presentes que uno debe permanecer en constante mejora, buscando ideas, lanzando preguntas, cuestionándose a cada momento, y poniendo en práctica lo que aprenda aunque al principio el resultado no sea el esperado. No es una cuestión sólo de resultados, sino más bien una cuestión de actitud.
Porque la comodidad, la facilidad, la zona de confort, llámalo como quieras, no existe, es mentira querido lector porque todo cuesta. Lo que hoy vale, lo que hoy funciona, dentro de un tiempo no muy lejano dejará de funcionar, por tanto es necesario evolucionar, renovarse, crecer, mantener la ilusión, tener proyectos que te mantengan vivo. La mayoría de las veces no hay cambio porque en realidad no queremos, porque sabemos perfectamente que un cambio implica modificar, en mayor o menor grado, lo que veníamos haciendo hasta el momento. Y ese cambio requiere de un período de tiempo, para lograr una adaptación al nuevo entorno, al nuevo contexto, a las nuevas exigencias que conllevará.
A raíz de evitar esta comodidad, o por lo menos creo yo que hay que evitarla, me viene a la memoria lo sucedido entre Philipp Lahm, capitán del Bayer de Munich y la directiva del club. Los jugadores tienen prohibido «rajar», criticar al equipo en medios de comunicación, pero sin embargo Lahm estimó oportuno hablar claro ante un medio en una entrevista concertada, con el fin de alcanzar una mayor visibilidad sobre lo que él consideraba, era el problema por el cual su equipo no era eficaz para conseguir victorias. Esta entrevista implicó tener que dar explicaciones ante toda la directiva, la correspondiente multa económica, y que muchos de sus compañeros le mirasen con cara de pocos amigos. Aún con todo, tras el empate conseguido contra el Shalke 04, llegaron las victorias que permitieron al Bayern Múnich ganar la Copa alemana, la liga, y la Champions League. Y no solo eso, sino ayudar mucho a definir el estilo de juego que quería el Bayer Múnich para en base a ello, realizar los fichajes oportunos.
«El ejemplo de Lahm sugiere que la tranquilidad no es más importante que la verdad; al menos la clase de verdad que plantea un capitán del cual conocemos su apasionado compromiso, que trabaja al servicio del equipo y que evita atacar a sus compañeros en el ámbito personal. Para liderar de manera eficaz, creía Lahm, un capitán tiene que decirle la verdad no solo al poder, sino también al resto del equipo. <<Eso de que tenéis que ser once amigos es una idea absolutamente romántica>>, me decía. «
Quien quiere crecer, debe arriesgar, y quien arriesga debe contemplar que el resultado quizás no será el que espera. Pero tampoco será la misma persona que comenzó ese proceso, ese recorrido, ese camino. Y eso es lo verdaderamente importante, avanzar sin perder la ilusión, ir hacia delante precisamente para mantener viva esa ilusión, ilusión que viene generada por un proyecto, un proyecto que es nada más, y nada menos, que tu propia vida. Siéntete protagonista, siéntete vivo, y sigue caminando hacia delante. Como diría cierto Capitán: «Mis tropas siempre van hacia delante.»
Les mando un fuerte abrazo, y que tengan una muy buena semana. Siempre Avanti. Quisiera recordar a Quini, no porque le conociera en persona (por desgracia, no tuve la oportunidad), sino porque llama la atención el cariño que ha dejado en los corazones de tantísima gente. Como bien dijo un buen amigo hace poco, ése es el mejor y mayor legado que podemos dejar en esta sociedad tan falta de valores. Estas líneas van por ti, Quini:
«El título más valioso que puedes conseguir en esta vida es el de buena persona. No lo conceden las Universidades. Sólo lo otorgan los valores.» (Pep Marí)