Los prodigios

«En los exámenes de la vida real, alguien te da una respuesta y te toca encontrar la mejor pregunta.» (Nassim Nicholas Taleb)

«La vida puntuada es a la vida real lo que el caballo de madera al caballo de verdad. Es posible haber suspendido un montón de exámenes a lomos de un caballo de madera y luego destacar montando a caballo, dejando atrás a los primeros de la clase.» (Idriss Aberkane)

Tendemos a pensar que los prodigios, los number one, los «tope gamma», son aquellas personas quienes superaron con creces sus notas académicas, ya fuera en el colegio, en el instituto, en la universidad, o posteriormente en su lugar de trabajo. De hecho, es ya en el propio trabajo donde se puede llegar a ver que hay quien valora su trabajo exitoso o no, en función de sus registros, de sus números de venta, de las calificaciones que obtengan sus alumnos/as; siempre ciñéndose a una «vida puntuada».

El libro que me encuentro estudiando en estos días, y que está siendo tremendamente revelador, me plantea dudas a cada página que leo por corroborar cuánto mal podemos llegar a estar planteando en todos los contextos, por la necesidad que estamos induciendo en el ser humano de que él o ella se sienta validado. El ser humano se ha malacostumbrado a tener que sentirse validado, para de esa manera sentirse realizado, sin saber encontrar en él qué es lo que verdaderamente le debería hacer sentir realmente esa realización, una realización que a su vez tiene mucho que ver con la finalidad, el «para qué.»

Me fascina lo equivocada que puede llegar a estar la sociedad pensando que los prodigios son esas personas que siempre destacaron, que consiguieron notas o registros excelentes, y nada más lejos de la realidad. En la revisión del libro uno encuentra personas como Bill Gates:» Suspendía todos los exámenes. Tengo un amigo que, en cambio, aprobaba todos los exámenes de Harvard. Él es ingeniero en Microsoft. Yo soy el fundador de Microsoft.»  En el propio texto encontramos una frase preciosa de Francis Burton, que dice así: «La vida es una gran lección que desprecias, saber que todo lo que sabemos no es nada.» Hay que añadir que Burton vivió en el siglo XIX, dominó veintinueve lenguas y dialectos, apartándose con firme intención de los caminos de la excelencia. Abandonó la Universidad de Oxford.

Es sorprendente ver cómo la personalidad de los prodigios, de quienes han destacado, ya sean Burton, Bill Gates, Grigori Perelman, Nikola Tesla, Paul Cohen,…fue la causa de que pronto se desvincularan de todo lo académico, de todo aquello que en definitiva suponía un encarcelamiento para su propia personalidad. La misma personalidad, que más tarde, les convertiría en referencia para todos nosotros. Sorprende, ¿verdad? Hay dos aspectos que resaltan en sus personalidades: Práctica apasionada y tendencia a no quedarse en el sitio. 

La realidad es que, tal y como está diseñado todo, la escuela, la sociedad, la vida te invita a que hay que adaptarse al molde cuando en realidad, es el molde el que debería adaptarse a cada uno de nosotros. Hemos añadido tantísimos elementos modernos a nuestra sociedad, porque no somos capaces de manejarnos en la esencia, en el cara a cara, no sabemos atender ni a nuestro corazón ni a nuestra intuición, y eso sí es un problema. Porque constantemente tratamos, y trataremos con personas, por ello es estrictamente necesario valorar la manera para reconducir la educación que estamos dando desde la temprana edad. No es tan importante saber diseñar expertos profesionales, como sí saber tallar diamantes en forma de grandísimas personas.

Si hacemos un símil con la frase anterior que atiende a la comparativa entre el caballo de madera y el caballo de verdad, ¿cuál es mucho más fácil de enseñar a montar? El caballo de madera, sin duda, con ese suave balanceo, dócil, sereno, tranquilo. En cambio, el caballo de verdad exige dominio, conocimiento, pero sobre todo, conexión con el caballo. Una conexión que va más allá de lo meramente académico, de los conocimientos, y que tiene mucho más que ver con corazón, sentimiento, intuición, empatía. Y ahora que se acerca la navidad, quisiera aprovechar para hablar de empatía, corazón, y sentimientos.

Tratemos de que todos los días sean días de navidad, y no esperemos a las fechas que se acercan para decir te quiero, para decirle a un amigo que te alegras de disfrutar de esa tarde con él, valorar la vida de una manera verdadera, sencilla, sin adornos, porque todo adorno tapa la esencia, y es la esencia la que nos mueve a querer. La sociedad es tremendamente ficticia, tapa todo lo que tenga que ver con la esencia para tratar de inducirnos, embobarnos, con un estado de felicidad que es totalmente ficticio, y que nada tiene que ver con la vida real. Por mucho que se empeñe la sociedad, la felicidad no es vivir en un sitio concreto, viajar en verano a un determinado país, pasar las navidades de una manera concreta, viajar con un coche concreto, o trabajar en una determinada empresa.

La felicidad tiene que ver contigo, con lo que a ti te apasiona, con lo que a ti te hace disfrutar. ¿Te has preguntado qué es lo que te hace feliz? Pues va siendo hora, porque sino siempre serás un completo feliz ficticio. Recuerda lo que hablábamos antes, los prodigios, esos que consideramos ídolos en muchos casos, cumplen una máxima de manera absoluta: Trabajan por amor, aman lo que hacen cada día en cada momento. Dicho de otra manera, cualquier prodigio que conozcas disfruta con la vida diaria que lleva, sin importar si cumple o no con los cánones que dictamina la sociedad en cada momento.

Termino compartiendo contigo varias frases, para invitarte a una reflexión más profunda:

«No estamos aquí para adaptarnos a una huella, sino para dejar la nuestra.» (Idriss Aberkane)

«Y la gran proclama de la modernidad era que, en cierto modo, el progreso iba a liberar al ser humano. Pero, al observar el itinerario de un ser humano en la modernidad, encuentro una serie de encarcelamientos, con o sin razón. Desde el parvulario hasta la universidad, estamos encerrados, y a esto se le da el nombre de aulas; luego, todo el mundo trabaja encerrado en una oficina, sea grande o pequeña. Incluso para divertirse, la gente se encierra en una discoteca, segura entre sus paredes…Y, por fin, la última cárcel, en la que se aglomera a los viejos, esperando a meterlos en una última caja, que les dejo adivinar cuál es. Por eso me hago esta pregunta: ¿hay vida antes de la muerte?» (Pierre Rabhi)

«Si limitamos nuestra vida a la vida puntuada, no tendremos vida, habremos vendido un caballo real para comprar un caballo de madera.» (Idriss Aberkane)

«Si te quedas en tu sitio toda la vida, no has vivido realmente.» (Idriss Aberkane)

Deseo que tengas una muy buena semana, y te invito a que des respuesta a una pregunta: ¿Eres feliz? Un fuerte abrazo.


 

canadá

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