» Es esencial entender que las batallas se ganan en su mayor parte en el corazón de las personas» (Vince Lombardi)
Y probablemente eso mismo, afrontar cada pequeña o gran batalla entregando todo mi corazón en la tarea, ha sido lo que me ha llevado a estar donde estoy. Porque al final uno aprende que, lo que está en nuestra mano ante la adversidad, es simplemente pelear, presentar batalla, unir fuerzas, poner pasión, y afrontar la tarea de la mejor manera posible.
Ayer cumplía 30 años, una cifra que me parece preciosa, realmente bonita. Lo mejor de todo, es que si hace exactamente 6 años me dicen que los iba a cumplir de esta manera, sinceramente no me lo hubiera creído. Y era ese mismo pensamiento, al mismo tiempo que recordaba momentos especiales que he vivido durante esa franja de tiempo, el culpable de que se me formara un nudo en la garganta bastante considerable. Pero a su vez pensaba, bendita emoción, mereces emocionarte por eso.
Justo con 24 años asumía que era necesario operarme otra vez, porque las pérdidas de audición ya eran lo suficientemente significativas como para no atenderlas. Pero por más necesarias que fueran, eso no quita que no tuviera miedo a que otra vez la operación no sirviera para nada. Por aquel entonces además, sabía ya a qué se debía ese cansancio extremo que notaba a menudo, y por el cual tuve que cuidar mucho mis tiempos de descanso. A todo esto, súmale el no tener apenas trabajo, demasiado tiempo libre buscando motivaciones, algo a lo que agarrarme, a lo que aferrarme.
Tuve muy claro que mis ilusiones me las tenía que marcar yo, decidí ponerme a estudiar más aún si cabe sobre liderazgo, sobre cómo controlar mis emociones, mi cabeza, para que no me traicionase nunca. Aprender a centrar mi atención en lo que suma, en lo positivo, y de esa manera mantenerme implacable en la consecución de los objetivos que tenía por delante: 1-Que todo el proceso de la operación y post operatorio saliera bien. 2- Curarme (mantenerme de la mejor manera posible, hasta que apareciese el tratamiento). Al mismo tiempo que tener muy claro, que iba para un plazo medio-largo de tiempo, que debía ser paciente, mantenerme sereno pero sin perder la esperanza ni un solo día.
De esa manera, mes tras mes, sucesivamente fueron pasando. Primero la operación del implante, luego la recuperación, hasta que en Diciembre la vida me regaló la posibilidad de saber qué era eso de escuchar por el lado derecho, y cómo se siente uno experimentando semejante sensación. El grado de felicidad aumentaba, por todo lo que empezaba a vivir, experimentar, en mi día a día. Pero aún quedaba otra meta volante: Curarme. Y para ello, más paciencia, más serenidad, porque desconocía cuándo saldría el tratamiento.
Llegaron los controles, las revisiones, todo se mantenía, y yo fiel a la promesa que en su momento le hice a la doctora de cuidarme al máximo. De repente, una sucesión de acontecimientos, «Pablo, no vas a tener que entrar al ensayo, te metemos ya con el tratamiento. El 22 de Diciembre lo comienzas.» Ese viaje de vuelta a casa jamás se me olvidará, llorando desde que me subí en el coche hasta que llegué al garaje. La meta volante más cerca, pensé. Hay que seguir, se puede conseguir, y hay que pelear por ello.
De esa manera, a partir del 22 de Diciembre se fueron sumando las semanas, los controles, las revisiones, las consultas donde veíamos cómo estaban los análisis, y con todo ello se llega a la fecha marcada en rojo del 7 de Junio. La meta, ahí la tienes, la estás rozando, sólo te queda un sprint, el día que cambió mi vida. «Pablo, estás curado, todo genial.» En ese preciso momento no puedes contenerte, es imposible mantenerte impasible ante el hecho de conseguir estar bien de verdad, o como diría mi amigo Marcos, «como un avión».
Conseguida esa meta, faltaba la siguiente: conseguir una opción de trabajo,un lugar donde crecer, donde aprender. Y apareció, como las oportunidades que te brinda Dios en forma de personas, en forma de momentos, y traté por todos los medios de aprovechar esas oportunidades al máximo, de disfrutarlas y lograr que disfrutasen quienes estaban conmigo. Así hasta el día de hoy que te escribo estas líneas, emocionado por ver el camino recorrido, pero con la misma actitud de siempre, la que me levanta de la cama día tras día: nunca es suficiente.
Conformarme no va conmigo, y ahora que siento estar en el lugar donde siempre quise trabajar, mi sentimiento es que debo dar lo mejor de mi cada día. Hacia mis padres, mi familia, hacia mis amigos/as, a mis compañeros de trabajo, porque no hay mejor manera de sentirte pleno que devolviendo lo que Dios y la vida te ha regalado. Por desgracia, creo que no existe una receta con pautas, ni yo soy quien para dártelas porque no me considero ni me consideraré una persona de éxito. A parte, cada uno debería preguntarse…¿qué es el éxito para mí? Yo, personalmente, prefiero asegurarme de ser feliz, de que hago lo que me apasiona, y ayudo a brillar a quienes a mi lado están.
Pero hay unas claves, que Sam Walker en su libro Capitanes, reúne y que son a su vez los siete rasgos de los capitanes de equipos de élite:
«1- Extrema tenacidad y capacidad de concentrase en la competición.
2- Un juego agresivo que pone a prueba los límites de las normas.
3-La disposición a realizar un trabajo ingrato en la sombra.
4-Un estilo de comunicación discreto, práctico y democrático.
5-La capacidad de motivar a otros con apasionadas exhibiciones no verbales.
6-Fuertes convicciones y coraje para diferenciarse.
7-Un férreo control emocional.»
Creo que si somos capaces de aplicar esos rasgos a nuestra personalidad, a nuestro carácter, en definitiva, a lo que nos define, probablemente nos acercaríamos más de lo que imaginamos a nuestros objetivos, a nuestras metas. A mí, en mi caso concreto, mostrarme siempre predispuesto a aprender al mismo tiempo que tratar siempre, en cada momento, de dar lo mejor de mí, me ha ayudado mucho. Espero que a ti, querido lector, te sirva de ayuda, y si compartir esta reflexión en el día de hoy resulta útil, brindo por ello.
Porque el motivo de esta página, de contar mis experiencias, lo que he vivido, como justamente he leído esta tarde en twitter (y me ha encantado, gracias de corazón) no es con la pretensión de dar lecciones de vida, sino más bien plasmar sobre la pantalla una reflexión, un punto de vista, una manera de entender y sentir la vida, que si puede resultar útil entonces estará cobrando todo el sentido y significado que yo deseo que tenga está pagina. Es el motivo con el que se creó, con el fin último como bien dice la portada, que tú seas capaz de encontrar Tu mejor versión.
Que tengan una muy buena semana, un fuerte abrazo, y deseo de corazón que sean felices, que vivan su vida de manera auténtica y verdadera. Esa es la mejor victoria que pueden lograr. Cada día, cada semana, cada año, una oportunidad de encontrar tu mejor versión.
«Nunca fue una cuestión de contratos o de dinero. Nunca presté atención a los premios MVP o a cuánto respaldo lograba, solo a cuántos títulos ganábamos». (Bill Russell)