Aceptar

«Vivir en la más eterna libertad, decidiendo por nosotros mismos quiénes somos y cómo queremos vivir nuestras vidas.» (Jon Pascua Ibarrola)

¿Cuántas veces somos, verdaderamente, dueños de nuestras decisiones? Y yendo un poco más allá, ¿cuántas veces dejamos a los que nos rodean que sean los protagonistas de sus vidas? Con el tiempo, en los últimos meses, me he dado cuenta de la importancia que tiene el verbo aceptar, de la conexión que existe entre aceptar y comprender. Y que cuando logras que estos elementos encajen, entiendes y ves la vida de otra manera completamente distinta.

En primer lugar, porque terminas por entender que los acontecimientos a veces pasan porque deben pasar, y que la paradoja que tantas veces escuchamos de «todo sucede como conviene» cuesta entenderla, pero de verdadera lo tiene todo porque hay fuerzas que son superiores a nosotros/as. A veces los logros, los fracasos, los encuentros, los desencuentros, no llegan cuando uno quiere sino simplemente cuando toca. ¿Y qué podemos hacer nosotros? Aceptar; y esto no implica hacerlo desde una actitud pasiva, simplona, y común. Más bien tiene que ver con entender cómo a veces, los tiempos que uno se marca, no se corresponden con los tiempos naturales de los procesos.

No logramos entender que los procesos se aceleran, desaceleran, se estancan en espacios de tiempo que a veces se hacen eternos, y que todas esas velocidades a nosotros se nos escapan de las manos. No manejamos el acelerador, pero sí el volante durante el transcurso de nuestro viaje, y de ahí la importancia de disfrutar del paisaje durante ese viaje. Qué importante es nuestra actitud ante la vida, ante ese transcurso de los días, con el fin de sacar lo mejor de ellos, aunque no estemos bien. Pero en el momento que alcanzas a comprender que no vive mejor quien más vive, sino quien mejor contempla lo que pasa a cada instante, en ese preciso instante la vida se vive de otra manera.

Escuchas mejor, percibes mejor, atiendes más tiempo a todas tus tareas, eres mucho más eficaz en cada tarea que haces, y tu capacidad de mantener la atención, la concentración, aumenta porque el tiempo ya no te controla a ti, ni tú controlas el tiempo, simplemente vives. Por otro lado, si pasamos de poner el foco en nosotros, a poner la atención en las personas que tenemos a nuestro lado, ¿cuántas veces ha habido puntos de vista que no entendíamos, y que son motivo de discusión con esa persona? Los malditos estereotipos, los horribles prejuicios, y el mal arte de criticar absolutamente de todo y de todos está haciendo más daño del que nos podíamos imaginar. A lo mejor no es un problema de análisis nuestro, sino más bien un problema de aceptación y comprensión.

Parece que cuesta aceptar que cada persona es dueña de su vida, y que lo que verdaderamente importa es que esa persona (más si cabe si la queremos, y la consideramos parte importante de nuestra vida) sea feliz, en el más absoluto sentido de la palabra. Y ese gesto, ese simple hecho, implica al mismo tiempo aceptar que lo que ella decide es lo que verdaderamente le hace feliz. No se trata de amoldar a un amigo o amiga a como somos nosotros, sino más bien aceptar su realidad, aceptar su forma de mirar a la vida, aceptar el momento que vive en su proyecto de vida, y en esa aceptación, apoyarle. Eso sí es querer a una persona.

La gran mayoría de las discusiones tienen su origen, sencillamente, en puntos de vista diferente. No logramos nunca alcanzar a entender, bien sea por exceso de ego, falta de humildad, o por ambos, que nadie jamás tendrá la certeza absoluta sobre nada al mismo tiempo que deberíamos empezar a comprender que cada persona toma sus decisiones en base a sus experiencias vividas, que no son ni mejores ni peores que las nuestras, tan solo son las suyas, y con las que han conformado al mismo tiempo su manera de ver y vivir la vida. Si algún día logramos cambiar nuestra mirada, el modo en que conectamos con las personas, y comenzamos a entender que en la singularidad de cada persona está su belleza, probablemente comencemos a darnos cuenta de que cada persona con la que estamos es una oportunidad única e irrepetible de crecimiento, de aprendizaje, y de mejora para nosotros/as.

Que tengan un muy buen final de semana, y recordad, quien verdaderamente tiene magia en su personalidad, no necesita trucos. Un fuerte abrazo.

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«Vivir la vida desde la pasión y el corazón. Vivir en la más eterna libertad, decidiendo por nosotros mismos quiénes somos y cómo queremos vivir nuestras vidas. Disfrutar del camino sin olvidar el destino. Ítaca debe de permanecer siempre en el horizonte.» (Jon Pascua Ibarrola)
«La salvación del hombre consiste en el amor y pasa por el amor. Comprendí que un hombre despojado de todo todavía puede conocer la felicidad-aunque sea solo por un instante- si contempla al ser amado. Incluso en un estado de desolación absoluta, cuando ya no cabe expresarse mediante una acción positiva, cuando el único logro posible consiste en soportar dignamente el sufrimiento, en tal situación, el hombre es capaz de realizarse en la contemplación amorosa de la imagen de la persona amada.» (Viktor Frankl)
«Los supervivientes de los campos aún recordamos a los hombres que iban a los barrancones a consolar a los demás, ofreciéndoles su único mendrugo de pan. Quizás no fueron muchos, pero esos pocos son una muestra irrefutable de que al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: la libertad humana-la libre elección de la acción personal ante las circunstancias-para elegir el propio camino.» (Viktor Frankl)

 

 

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