Ser lo que se ve

«¿Qué es un adulto? Es alguien que está ausente de su palabra y de su vida…y que lo oculta. Es alguien que miente. Miente no sobre esto o lo otro, sino sobre lo que es. Un niño se vuelve adulto cuando es capaz de semejante mentira profunda, esencial.» (Christian Bobin)

Honestidad para saber quién eres, coherencia para proyectar lo que eres, humildad para mantenerte siempre en esa imagen, y «bondad como único símbolo de superioridad«, como decía Ludwig van Beethoven, como leía hace muy poco en unas líneas escritas de una persona a quien aprecio mucho como es Jon Pascua Ibarrola. Cuatro elementos que considero básicos para alcanzar un estado de felicidad, desprendidos de todo y a la vez plenamente conscientes de cada instante. Cuatro contextos en los que, sin lugar a duda, la mentira no tiene cabida.

Porque con la mentira llega la falta de honestidad, la deslealtad, el cinismo, el ventajismo, o como diría el maestro Eduardo Galeano: «Perder es el único pecado que en el mundo de hoy no tiene redención. «Yo no creo que valga la pena vivir para ganar, creo que vale la pena vivir para hacer lo que la conciencia te dice que debes hacer, y no lo que te conviene.»  La mentira llega probablemente como el camino corto hacia el ansiado éxito para algunos, para evitar de alguna manera conversaciones, discusiones, reflexiones, o hasta conflictos (sí, también son necesarios) con personas con quienes no queremos, no deseamos, vivir o mantener una situación de ese tipo, por las consecuencias, por el qué dirán, o por lo que pueda suceder cuando esa conversación, esa discusión, o ese conflicto, llegue a su fin. Por todo ello, preferimos la mentira, hacer parecer lo que no es, hacer ver lo que verdaderamente no es.

No es cuestión de romanticismo, de misticismo, o filosofía elevada a la metafísica, sino que más bien tiene que ver con aquello que nunca se debió perder en la búsqueda de la felicidad. Porque la felicidad no está fuera, no está en el contexto, ni en las posesiones, ni tan siquiera en las amistades, está en nosotros y nosotras como punto de partida. Me explico. Cuando uno sabe quién es, lo asume, lo interioriza, y lo proyecta; es feliz porque no se ve forzado a hacer o decir nada que no esté en la misma línea de ese modo de vida que lleva cada día.

No tiene problema en esperar, porque sabe que todo llega cuando toca y no cuando uno realmente desea; no ve inconveniente en hablar, cuestionar, discutir, aportar, argumentar sin miedo alguno a la consecuencia porque elegirá siempre las palabras correctas sin dejar que la ira, la tensión, el nerviosismo, la mala percepción a la que te lleva un estado inadecuado emocional; sino que puede permanecer en un estado de completa Cabeza Azul, como explicaría mi buen amigo Álvaro Merino en una de sus ponencias argumentadas en un trabajo de estudio y análisis sobre los AllBlacks. Tiene mucho que ver con nuestra manera de mirar a la vida, y no con cómo percibimos o cuestionamos que la vida nos trata a nosotros.

Varias veces (anoche en la cena con un amigo increíble) me han dicho que es difícil que a mi la vida me vaya mal, porque aún cuando lo he estado, mi sensación es que estaba bien. El argumento que yo le di fue el siguiente: «Este año, para mí, ha tenido un aprendizaje muy potente que me ha marcado, sin duda, y que me permite vivir tranquilo siendo como quiero ser, como soy feliz siendo y viviendo. He aprendido que no somos nada, en comparación con la inmensidad que nos rodea, y que verdaderamente aquí estamos de paso, para dejar un legado, un servicio, una enseñanza. En el momento que eso suceda, nuestra tarea habrá acabado, finalizado, y nos iremos. No sé dónde, ni en qué forma, pero nos iremos. Te pongo un ejemplo a algo que yo he dado vueltas, como es el camino hacia el Doctorado. Un Doctorado que, en muchas ocasiones, está valorado como algo pesado, que genera cansancio, por todo lo que se debe cuidar, hacer, cada curso. Pues bien yo lo enfoco desde otro prisma, otra perspectiva: No solo conseguir el Doctorado, sino mantenerlo a la altura que corresponde, es la única manera de que mis alumnos/as crezcan. ¿Por qué? Porque mi doctorado no es para mí, es para ellos y ellas. Mi Doctorado se traducirá en experiencias, vivencias, horas de estudio, de reflexión, de análisis, de congresos, y de experiencias. Todo ello lo trasladaré cada año, cada curso, a mis alumnos y alumnas, para aportarles (o intentarlo al menos) un significado especial, un plus, un añadido, que suponga un valor añadido en algún momento de su vida más adelante. Si enfocas el doctorado de esa manera; todo adquiere sentido, que no es otro que dejar un legado.»

Recordando las palabras de Christian Robin del comienzo de este post, jamás podemos permitirnos estar ausentes de nuestra palabra, de nuestra vida, y mucho menos ocultarlo. Estar en posesión de tu palabra, ser dueño y no esclavo de lo que dices, te permite aceptar con absoluta humildad la vida que vives, y que sabes que debe ser aprovechada primero para seguir conociéndote, porque solo en esa reflexión interna llegamos a las personas con quienes vivimos, generando los contextos necesarios para el crecimiento, para ayudar a creer y en consecuencia a crecer. Y esa vida plena solo se consigue con una herramienta: Amor. Porque como dice genialmente Christian Robin, «el amor no ensombrece lo que ama. No lo ensombrece porque no intenta tomarlo. Lo toca sin tomarlo. Lo deja ir y venir. […] El amor es libertad. La libertad no va con la felicidad. Va con la alegría. La alegría es como una escalera de luz en nuestro corazón. Conduce hasta mucho más arriba que nosotros mismos, hasta mucho más arriba que ella misma: hasta donde no hay nada más que atrapar, salvo lo inatrapable.»

En conclusión, esa manera tan auténtica de vivir, que genera paz y tranquilidad, solamente se logra cuando eres honesto, eres coherente, eres humilde, y tienes presente que la bondad es el único símbolo de superioridad que puede existir. La calidad de tu persona se traduce en la calidad de tus relaciones, de tus amistades; atraes lo que iluminas; conectas con aquello que ayudas a brillar. Recuerda, eres las experiencias que otras personas te han regalado, y gracias a los contextos que en su momento generaron para que tú crecieras. Tenlo presente.

«Ilumina lo que amas sin tocar su sombra.» (Christian Bobin)

Que tengan una muy buena semana, y disfruten de la vida. Un fuerte abrazo.

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Un comentario

  1. Luis · octubre 16, 2018

    Como decía Santo Tomas: “es más bello iluminar que brillar”. Tú amigo mio iluminas con tú verdad nuestra vidas.

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